Secciones
Servicios
Destacamos
Las elecciones generales en España, salvo adelanto electoral, serán en noviembre de 2023, lo que equivale a dos años de tensión política con un Ejecutivo buscando alianzas parlamentarias y una oposición conservadora esforzándose por desgastar al gobierno.
Los indultos parciales e individuales a los ... secesionistas catalanes condenados, la pandemia y la campaña de vacunación, las relaciones con Marruecos, la reforma laboral, la gestión de los fondos europeos, la renovación de órganos constituciones, la política de vivienda, la financiación autonómica, la factura de la luz, la evolución del crecimiento económico y el empleo, las tramas de la mafia policial y su relación con la corrupción política... son temas de la agenda política de los próximos meses. Lo deseable es que haya capacidad y competencia para afrontar esos desafíos.
La pandemia, que debiera haber servido para sumar voluntades, ha agudizado la polarización en la que vive la sociedad española, ha agravado las desigualdades y ha roto los sosiegos que necesita una sociedad que desea convivir y evitar discordias civiles de difícil solución.
El debate territorial y de forma especial los efectos de las leyes de desconexión aprobadas por el Parlament y el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, siguen condicionando la política española y la catalana. Se ha demostrado que la población catalana es más plural de lo que desea el secesionismo y que no todos los independentistas comparten el mismo relato, ni la misma estrategia de cómo llegar al objetivo de un Estado independiente. Esquerra, Junts y la CUP, que aglutinan el independentismo, no coinciden en qué políticas públicas debe desarrollar la Generalitat, ni en los contenidos de una mesa de diálogo. Ni siquiera coinciden en la honorabilidad que debe recaer sobre la propia Generalitat, institución que tiene sentido en la propia Constitución española. Ha quedado oscurecido lo de «España nos roba», cuando los catalanes conocieron que quien de verdad robaba y se lo llevaba crudo a Andorra era una muy honorable familia catalana.
¿Contribuirán los indultos a la concordia y la convivencia en Cataluña y en España? Como detecto que hay demasiado odio y escasa moderación en el debate político, dudo de que esos indultos y la mesa de negociación desactiven el problema, pero no tengo dudas de que volver una y otra vez a Colón y mantener la confrontación no resuelven nada. Nada resolvió Aznar hablando catalán en la intimidad ni llamando Movimiento Vasco de Liberación al terrorismo etarra.
Sería deseable que los indultos sirvieran para la distensión, para evitar mayores resentimientos, para recuperar algunas lealtades, y para compartir espacios donde nos reconozcamos iguales y diversos. Otorgar los indultos puede ser una operación arriesgada, pero será un paso admisible si ello contribuye a la reconciliación y a aparcar estrategias unilaterales confusas y populistas. No podemos resolver nuestros problemas «a garrotazos», sino con sentido de Estado desde la política, desde el diálogo honesto que busque sinceramente la concordia y el encuentro. No es inútil recordar a Josep Tarradellas, de Esquerra Republicana, y a Adolfo Suárez, cuando en 1977 acordaron restablecer el autogobierno en Cataluña, antes de aprobarse la vigente Constitución.
El Gobierno de España sabe que hay razones para rechazar un indulto a los independentistas catalanes condenados por sedición, pero sabe que el secesionismo catalán es un problema que debe afrontar la democracia española. La concesión del indulto tiene naturaleza política más allá de la jurídica y por ello se debe considerar su «utilidad pública». No hay garantías de que el indulto resuelva el problema, pero la sociedad española (de la que formo parte) debiera entender que quizá sea necesario intentarlo y colaborar para evitar que más catalanes se alejen de un proyecto común de convivencia. Con los indultos no busquemos el aplauso de los indultados, porque no lo vamos a encontrar. Me gustaría encontrar el aplauso de una sociedad catalana que quiere sentirse cómoda en el proyecto democrático de la sociedad española. Como ha editorializado un periódico: «Esta medida de gracia no debiera entenderse como un gesto con los líderes independentistas..., sino como un gesto de concordia para los ciudadanos de Cataluña...». Los portavoces periféricos y la falta de alternativas de la oposición conservadora no contribuyen a resolver los problemas. Sería deseable recuperar la política y buscar espacios de encuentro entre los dos grandes partidos, como fue posible cuando se aplicó en Cataluña el artículo 155 de la Constitución Española. Pero es demasiado pedir a esa derecha política que se siente temerosa ante el grito aguerrido y xenófobo de la extrema derecha. La pasión de los socialistas ha sido históricamente España y la igualdad, y así seguirá siendo. Dentro de la Constitución cabe el indulto, pero no las fantasías del prófugo de Waterloo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.