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Una de las cosas que más se 'añoran' de la capital ahora que estamos con frío, viento y lluvia es el poder disfrutar de un buen atasco en la Castellana. No, es broma, en realidad cuando viene el mal tiempo de lo que siempre me ... acuerdo con cariño y nostalgia es cuando me tomaba un buen cocido madrileño en alguno de los restaurantes clásicos de la ciudad. He puesto añorar entre comillas al principio porque, afortunadamente, aquí existe el cocido lebaniego, que es primo hermano de éste con alguna pequeña diferencia. Que yo sepa y si no que me perdonen, una de estas mínimas disparidades es que uno lleva berza y el otro repollo. Es decir, que son como ver a la Preysler y a su hija Tamara, que entre azulejos y quirófanos se las distingue por muy poco.
Dicen que para estos cocidos la tradición manda tomarlos en tres vuelcos: primero la sopa, luego los garbanzos con las verduras y por último las carnes. A mí la verdad que me gusta tomarlos en dos. Primero la sopa, si es posible bien espesa. Y después los garbanzos, la verdura y las carnes todo a la vez. Me gusta así no sólo por la mezcla de sabores sino porque, en mi caso, el tercer vuelco suelo ser yo mismo contra el sofá cayendo rendido para echar una siesta.
Este año mi gran descubrimiento ha sido el cocido montañés. A pesar de que estuve veraneando en Cantabria más de veinte años, este plato nunca me había llamado mucho la atención. Sin embargo, ahora que me he venido a vivir aquí, lo he empezado a catar con mayor asiduidad y concluyo en que no sé cómo he podido pasar tanto tiempo sin él, porque es una auténtica maravilla.
Me hablan que ahora por estos lares también se lleva el 'guisote', que consiste en coger a una de estas legumbres y meterle casi cualquier cosa que se te ocurra. Debe de ser más o menos como lo que en los restaurantes de estrella Michelin suelen hacer con cada plato en versión mini, pero en este caso en versión abuela de las de «come que estás muy delgado». Como soy fan de los platos de cuchara y aprovechando que ya soy residente, empezaré a recorrerme los lugares en donde los hagan con más ingenio y por supuesto, con más abuela.
En el cocido montañés el protagonista es la alubia y en el madrileño, como en el lebaniego, el garbanzo. ¿Que cuál me gusta más? Qué difícil, ¿ustedes quieren más a su padre o a su madre?
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