Algunas cosas no son lo que parecen
ANÁLISIS ·
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¿Estamos hartos de flagelarnos con las continuas subidas de la luz y hemos terminado por tirar la toalla?Probablemente ocurra en todos los países, pero aquí somos muy dados a, en determinados momentos, prestar una atención extrema a algunos fenómenos para, de la noche a la mañana, olvidarnos completamente de ellos. El último caso relevante que se me viene a la cabeza, amén ... del que voy a hablarles hoy, es el del volcán de La Palma: aunque los efectos de tres meses de erupción siguen muy presentes en la isla, tanto los medios como los políticos parece que han pasado página sobre el asunto, de forma que ahora son los lugareños los que, como era de esperar, tienen que apañárselas cono puedan.
El caso al que quiero referirme es, asimismo, muy importante, aunque de naturaleza completamente distinta: el recibo de la luz. Durante meses se nos ha machacado, diariamente, con el aumento constante y a ritmos acelerados del precio de la luz en los mercados mayoristas y, por ende, en el recibo que teníamos que pagar los ciudadanos. En la actualidad, sin saber muy bien por qué, el asunto ya no se menciona. ¿Es que ha retornado a precios más o menos normales, o es que estamos hartos de flagelarnos con las continuas subidas y hemos terminado por tirar la toalla?
Aunque no hace falta más que echar una ojeada a la página web de la OMIE para darse cuenta de que los precios del megavatio en el mercado mayorista han disminuido en relación con los niveles estratosféricos alcanzados hace sólo un par de meses atrás, lo cierto es que siguen siendo muy elevados, con unos valores mínimos que, normalmente, sobrepasan los 150 euros por megavatio hora, y con unos máximos que casi siempre se sitúan en torno a, o incluso por encima de, 250 euros. La respuesta a la pregunta anterior debe ser, por lo tanto, que un poco hartos del tema energético sí que estamos y que otros problemas empiezan a ocuparnos y preocuparnos.
En todo caso, hay dos cuestiones relativas al precio de la energía que, por llamativas pero poco o nada consideradas por los medios, creo que merecen la pena ser comentadas. Ambas han sido puestas de relieve en un reciente y polémico dossier publicado por CaixaBank Research. La primera de ellas es que, en contra de lo que cabría pensar, y dejando de lado, naturalmente, casos muy concretos (como el de las empresas electrointensivas), el referido informe señala que «a lo largo de 2021 el importe del recibo de la luz mediano fue muy similar al del año 2018» y que «en el acumulado del año 2021, el recibo mediano ascendió a 743 euros, mientras que en 2018 fue de 748 euros (-0,6% y -5,1% ajustado por la inflación)». Por lo tanto, no queda más remedio que reconocer que parece que Sánchez sí ha cumplido con el compromiso sobre el recibo de la luz. De ser cierto lo que dice el dossier mencionado, algunas cosas no son, en efecto, lo que parecen.
La segunda cuestión, para mí más relevante, es que el resultado anterior depende del tipo de contrato que tiene cada hogar. Como es bien sabido, al pasar del mercado mayorista al minorista, el cliente tiene que optar por un contrato regulado o por uno libre. Pues bien, de acuerdo de nuevo con el dossier de CaixaBank Research, el precio de la luz (el recibo mediano) ha subido en torno a un 30% en el mercado regulado mientras que, por el contrario, ha bajado por encima del 15% en el mercado libre. Algunas cosas, de nuevo, no son lo que parecen.
La explicación a la aparente falta de sentido del resultado anterior es muy sencilla: en el mercado libre el precio es fijo durante el periodo establecido en el contrato mientras que en el mercado regulado es variable y se ajusta, continuamente, a lo que sucede en el mercado mayorista. ¿Implica esto que los consumidores que operan en el mercado regulado deberían pasar a hacerlo en el mercado libre? La respuesta a esta pregunta sólo pueden darla los propios consumidores pues todo depende: a) de que las subastas en el mercado mayorista dejen de ser diarias y pasen tener una periodicidad mucho menor; b) de que cambie el precio mayorista (ahora mismo, que se abarate el gas); y c) de que los ajustes en el precio regulado al consumidor se produzcan, en lugar de hacerlo de forma continua, una vez al trimestre o al año.
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