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A quí en el Parlamento nos va a costar arrancar en serio». El pronóstico está cada vez más extendido entre los diputados regionales que se ... desperezan sin apuro para retomar la actividad, como manda la tradición, después de la traca final del verano festivo con la Bien Aparecida y San Cipriano. El margen para la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos, con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias perfectamente desconectados, se agota sin que se vislumbre un acuerdo que evite unos nuevos comicios. La vuelta a las urnas prolongaría la marcha al ralentí de la Cámara legislativa cántabra desde que Sánchez dio el disparo de salida para el largo ciclo de elecciones generales, autonómicas, locales y europeas.
En efecto, el nuevo Parlamento se lo toma con tranquilidad. En el reestreno, un relajado orden del día de sólo tres puntos de debate en materia económica, un suave ejercicio para atenuar la depresión posvacacional de sus señorías. El PP pide que el Estado ponga fin a la falta de fondos que Cantabria (y las demás comunidades) padecen por el bloqueo político del Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, y que su único aliado, el PRC de Revilla, así se lo exija, y Ciudadanos propone que no aumenten los impuestos en los próximos Presupuestos, que es su discurso permanente en Cantabria y en toda España. Vox, el tercer partido de la oposición, todavía no se estrena después del largo descanso del verano y tampoco el Gobierno impulsa de momento la acción legislativa.
Si se impone el retorno a las urnas, la limitada actividad del Parlamento se verá progresivamente contaminada por la confrontación electoral hasta que las sesiones plenarias se suspendan antes de la campaña formal, que en este caso sólo duraría ocho días. Con elecciones el 10 de noviembre será difícil que el Ejecutivo regional presente los Presupuestos 2020 antes de la fecha límite reglamentaria del 31 de octubre. En realidad, tampoco lo ha hecho en ejercicios anteriores, cuando no había convocatoria electoral a la vista.
Mientras van cayendo inexorablemente las hojas del almanaque que restan hasta el lunes 23 de septiembre –cuando, si no hay acuerdo para la investidura, se pondrá en marcha la cuenta atrás para los comicios a celebrar 48 días más tarde–, los partidos cántabros se van haciendo a la idea de volver a la batalla con buenas dosis de incertidumbre.
Los estudios de opinión no auguran que el estancamiento político después del 28-A vaya a inducir un cambio significativo en los bloques globales de la izquierda y la derecha, pero sí ven factibles los cambios de tendencia y de participación que afecten a la distribución de los escaños en las Cortes, incluidos los nueve asignados a Cantabria, cinco en el Congreso y cuatro en el Senado.
El PSOE, ganador en abril, también en esta región, confía en crecer a costa de Podemos y de Ciudadanos, pero sus dirigentes no están nada seguros de que el alto nivel de movilización alcanzado entonces, el eficaz llamamiento a las barricadas del 'No pasarán' frente a la amenaza de la triple derecha –PP y Ciudadanos más la irrupción aparentemente explosiva de Vox–, vaya a reeditarse ahora. Es más, los menos optimistas temen que el eventual fracaso en la negociación de un Gobierno de izquierdas empuje el fervor del otro bando en la repetición electoral.
Afortunadamente para los socialistas, PP y Ciudadanos no compiten tanto por el poder como por la jerarquía en la oposición. Los populares de Pablo Casado quieren liderar la reunificación del centro-derecha, pero Albert Rivera no se deja e insiste en seguir su propio camino, incierto e incluso indescifrable hasta para muchos de los suyos. Ni se aviene a un acuerdo constitucional con el PSOE frente a populismos y separatistas ni se alía con el PP para desalojar a Pedro Sánchez. La España Suma no avanza de momento, ni global ni parcialmente, ni en el Congreso, ni siquiera en el Senado. Sin ir más lejos, un acuerdo de esa naturaleza en Cantabria significaría seguramente un vuelco político a favor del centro-derecha derrotado en las generales de abril.
También para el PRC sería un gran desafío reeditar el éxito de las generales de abril. El alarde movilizador del regionalismo en esa convocatoria tuvo como argumento básico el hecho de que el partido y sus militantes no podían fallar en el envite, porque sólo cuatro semanas después se iban a jugar su primera victoria en los comicios autonómicos y el poder en el Gobierno regional y en muchos ayuntamientos.
Ahora, cumplido el sueño triunfal de Revilla, con el partido bien instalado en Puertochico y en más de cuarenta alcaldías, la exigencia es menos perentoria, pero sigue siendo importante evitar el revolcón. Cuando menos, mantener el escaño de José María Mazón en el Congreso que, más allá del escaso valor de su voto en la investidura fallida de Pedro Sánchez, le ha proporcionado al PRC un importante capital político.
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