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Con el último ruido metálico de la bajada de la verja del 'Veracruz' se escuchará la señal de alerta de que algo del Torrelavega ... primigenio se acaba. Como en todos los lugares en los que el dinero ha fluido resuelto y alegre, los bares –esos lugares– se convirtieron en solaz después del trabajo en las fabriconas, tiendas y talleres. Fueron los años del dólar portugués. Todo ha cambiado. Como un día definió el último gran hostelero de esta ciudad, Chemaro, hemos pasado a ser de ciudad del dólar a la ciudad del dolor. La barra del bar que abrió el tío de Baín en el siglo XIX, contiene aún parte de la historia de una urbe que se va escapando como arena entre los dedos. Antes, 'La Bomba' en Serafín Escalante-Julián Ceballos; 'La Gloria', el 'Valentín', el 'Baturro', el 'Los Ángeles', el 'Valverde', el 'Galarza', el 'Gimnástica' y el 'Marbella' en Cuatro Caminos; el 'Póker' en Consolación; el 'Astur', en la calle Carrera; el 'Cuca' en Menéndez Pelayo; la Cantina de la estación; el '14 de abril', en Julián Ceballos'; 'Las cuevas del pescador' en los bajos de la plaza de abastos; el 'Udías' en los portalones; el 'Mallavia', el 'Campos', 'La Solera' y el 'Trasvía' en La Llama; el 'Terio' en José María de Pereda; el 'Portugal' en Ruiz Tagle; el 'Castillo' o el 'Julio' en la Avenida de España; el 'Davalillo' en Alonso Astúlez; el 'As' en Alcalde del Río; el 'Rincón' en la Plaza del Grano; el 'Español' en Argumosa; el 'Riojano'… cerraron sus puertas y con ellos concluyó un largo ciclo del Torrelavega alternador y divertido, dejando, además, huérfanos a los muchos remedos de Gayarre, y a sus cantos, bastante más alentados por el blanco de la Nava que por las peticiones musicales de los espectadores/parroquianos.
Queda ahora la referencia del pasado tabernario de esta ciudad en la envidiable memoria de Chemaro, el último bastión desde el 'Chema', el único que con el 'Vera', estuvo siempre en manos de de misma familia desde que hace 90 años, su padre, el garabero José María Gutiérrez, abriera 'La Bomba' en 1924 (antes había tenido un bar en su pueblos, Gandarilla) y quien reconvirtiera el rojeras '14 de abril' en el actual 'Chema'. Fernando Lavín, nieto del fundador –tercera generación– continúa al frente del que se ha convertido en un icono de Torrelavega la vetusta porque en casi un siglo no ha cambiado ni las banquetas de su bar. Aunque gestionados por otros hosteleros, junto al 'Chema', quedan como testigos del pasado tabernario el 'Cabrero', que se inauguró en 1928 por Enrique Cabrero, que heredó su sobrino Modesto, 'Tato', y que 80 años después de su apertura regentan ahora Manolo y Almudena, con la responsabilidad de mantener el prestigio de este casi centenario local. Otro de los más antiguos, 'La Casuca', que fue abierto a principios de siglo por Amós Merino, ha cambiado de propietario, ahora la familia Cobo, pero su fachada sigue recordando los mejores años de la castiza calle San José. El bar de 'La Bolística', el 'Torrelavega', el 'Potes', el 'Toño', el 'Agustín', 'La Solera','El Cosechero' o 'El Escudo', son algunos de los bares más antiguos –como el vino, los amores, cuanto más viejos, mejores– que ahora tienen la responsabilidad de mantener viva la ruta del 'blanqueo' de una ciudad que quiere dejar de ser «la del dolor». Es el valor de lo vetusto: «Quemad viejos leños, bebed viejos vinos, leed viejos libros y tened viejos amigos», aconsejó Alfonso X El Sabio.
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Ana del Castillo
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