Pasear Torrelavega

Quedo con unos amigos de Madrid que han venido a recorrer la cornisa cantábrica. Son víctimas del síndrome de Stendhal. Llegan de ver el Niemeyer en Avilés. Se acercarán a ver la muestra de Juan Muñoz en el Centro Botín y continuarán viaje al Guggenheim bilbaíno. Antes de vernos se dirigieron a la Oficina de Turismo de Pequeñeces y cogieron algunas informaciones de la ciudad que me enseñaron. Me sorprendí gratamente con ellas. Descriptivas, claras, atractivas. Sintetizan lo que Torrelavega puede ofrecer. Me gustaron los pequeños polípticos desplegables a modo de colección bajo el título 'Pasea Torrelavega'. Se dedican a patrimonio industrial, natural, comercio y gastronomía y fiestas y tradiciones. Especialmente me atrajo el dedicado al patrimonio cultural. Arquitecturas religiosas y civiles, casonas montañesas y plazas, centros culturales y de ocio. Ver estos edificios y espacios públicos en su conjunto, obras de Rucoba, Luis Moya, Ricardo Lorenzo, Coelho de Portugal, Federico Cabrillo, las Casonas de estilo montañés, especialmente las de Viérnoles que se suman a la Casa de los Escudos y el Palacio de Torreanaz en el centro de la ciudad, sin olvidar el museo al aire libre con las esculturas de prestigiosos artistas internacionales contemporáneos a lo largo de la Ronda, conforman un conjunto sumamente atractivo para recorrer y, como indica el coleccionable, para pasear. Se podrían haber añadido algunos edificios de vivienda pública que han merecido especial atención por sus características. Pensando en ello, recordaba que el Colegio de Arquitectos de Santander ha editado documentados libros sobre la arquitectura de la ciudad. Torrelavega merecería, pese a su reducido tamaño, uno en el que se recogiera su importante patrimonio en este ámbito. A veces, por acostumbrados, no valoramos lo que tenemos delante de nuestros ojos.