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¿Qué pensarían si fueran náufragos extraviados sobre una balsa en mitad del océano y llegara alguien y les invitase a apreciar la belleza del horizonte? Llevamos ya un tiempo recibiendo enérgicas y encendidas llamadas a un pensamiento estratégico que ha puesto su horizonte en ... el año 2050. Unos planteamientos que llegan a los oídos de una población aburrida hasta la fatiga, confusa y desanimada después de más de un año de una pandemia plagada de sufrimiento, miedo y bastante desinformación, y sin noticia de muchas de las cacareadas ayudas, planes e inversiones: cantos de sirena que no aliviaron la carga de las puntuales liquidaciones y cuotas.
Estamos esperando a los fondos europeos como agua de mayo, fantaseando como la lechera del cuento, y los tenemos gastados antes de verlos aparecer. Fiamos nuestro éxito a la financiación de los demás y mientras tanto tenemos poca confianza. Y lo cierto es que ambas palabras -finanza y confianza- tienen la misma raíz y mucho que ver: el dinero se basa en la confianza y sin que confiemos en nosotros mismos y nuestra capacidad para afrontar las situaciones difíciles poco más podemos esperar de préstamos y recursos ajenos que, por cierto, han de devolverse y configuran una deuda española creciente y que debe ser considerada como una hipoteca para nuestro futuro.
En estos meses próximos en los que resultará fundamental la confianza, el Gobierno anuncia una revisión de las cuotas de autónomos y medidas de lucha contra el fraude, del que acusa a esos mismos autónomos. Generar confianza no es compatible con incrementar la presión impositiva sobre aquellos a los que se la pides.
En una brillante tribuna del domingo 16 de mayo en El Diario Montañés, el Decano del Colegio de Economistas, Fernando García Andrés, evidenciaba la pérdida de peso relativo de Cantabria en la renta per cápita española a lo largo de los últimos treinta años.
Nuestro crecimiento como región es mediocre en el largo plazo. Nuestra población envejece y decae la actividad, se reduce el consumo y demanda, el capital queda comprometido con un elevado nivel de deuda. El crecimiento regional se ha fundado en actividades intensivas, en trabajo de baja cualificación, como la construcción y la hostelería, con escasa mejora de la productividad.
Y de ahí es desde donde se nos pide pensar en la Cantabria del 2050. Algo muy necesario, pero en lo que no podemos entretenernos demasiado porque lo urgente en el tropiezo, es acortar el paso; lo necesario es generar inversión productiva y ahorro privado y promover el trabajo, cualificado si se puede.
Y por lejos que miremos al horizonte desde la balsa, lo lejano no nos puede servir de excusa a lo concreto y cercano, ni ser ajeno a las decisiones que toma cada cual. Sin duda el ejercicio de la responsabilidad individual puede marcar el devenir de nuestra sociedad desde el hoy, desde mañana mismo, y catalizar un horizonte mucho más halagüeño:
Para la movilidad del 2050, empieza a andar en bicicleta desde mañana, o en transporte público, o andando. Y limita los desplazamientos en tu coche a lo necesario.
Para la sostenibilidad del 2050, empieza a considerar tu propia vida y tus hábitos de consumo. Lo que compras, lo que tiras, lo que gastas y lo que ahorras.
Para que lleguemos al 2050 con un parque de vivienda eficiente, tenemos que empezar a rehabilitar a ritmo intenso nuestro parque actual de viviendas, ese tan obsoleto y tan extenso.
Para que podamos legar en 2050 a nuestros hijos un patrimonio edificado digno tenemos que valorar lo que tenemos hoy y darle uso para ponerlo en valor y situación de perdurar.
Para que nuestro territorio sea en 2050 un modelo del que sentirnos orgullosos, que distribuya acceso y servicios a la ciudadanía en pie de igualdad, debemos olvidarnos ya de los intereses particulares y políticos que enfrentan a municipios limítrofes en una «concurrencia competitiva» por las inversiones y los desarrollos urbanísticos.
Para que en 2050 sigamos teniendo núcleos tradicionales reconocibles, construidos por arquitectura popular y vernácula tenemos que empezar a rehabilitar las edificaciones abandonadas que arruinan y hacen inhóspitos algunos de nuestros pueblos.
Para que en 2050 nuestra ciudadanía tenga una vivienda accesible debemos incidir aún más en la rehabilitación de las viviendas y edificaciones existentes, adaptándolas a los usos necesarios, capacitándolas y dotándolas de las prestaciones adecuadas en un nivel de oferta suficiente para cubrir a buen precio la demanda.
Para que en 2050 la Administración sea realmente eficaz no tendría ni que mencionarse que sea electrónica y cercana. ¿Puede ser de otra manera? ¿Todavía hoy?
Paso corto y mirada larga. Paso corto para resolver el hoy y mirada larga para marcarse el horizonte deseable, pero no quedarse demasiado rato mirando tan lejos. Y ahora les repito: ¿Qué pensarían si fueran náufragos extraviados sobre una balsa en mitad del océano y llegara alguien y les invitase a apreciar la belleza del horizonte?
Admiro profundamente a la Guardia Civil, de ahí el título de esta tribuna, lema oficioso y oído antiguo que proviene de cuando defendían nuestros caminos, con paso corto, pisando firme y con el ojo puesto en lo que ha de venir, lo que se esconde más allá. Es una de estas instituciones que puede España mostrar al mundo con orgullo enorme. Que representan lo mejor de nosotros mismos. Leales, honorables y dispuestos a lo necesario. Defienden nuestras fronteras y rescatan a los niños que bárbaros inmorales arrojan al mar contra nuestras orillas.
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