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La Iglesia celebra el mañana la jornada del Domund (Domingo Mundial de las Misiones), con el lema este año 'Cuenta lo que has visto y ... oído'. Pienso en los misioneros y misioneras esparcidos por el mundo. Me hablan de dos misioneras santanderinas, las dos estudiaron Medicina en la Universidad de Cantabria y a ambas les llamó la vocación. Rosario García y Ana Gutiérrez lo abandonaron todo para dedicar su vida al servicio de Dios y del necesitado. Son misioneras Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y llevan bastante tiempo en África. Desprenderse de todo y marcharse a lugares tan lejanos como Camerún o el Congo, lejanos también en cuanto a derechos humanos, salud, bienestar... Considero que para ellas, como para todos los misioneros, llega un momento que esto no es la mayor de las renuncias, porque ellas/os viven la entrega a otros, allí donde se necesite, con gozo y alegría.
Me quiero imaginar su escenario diario. Vislumbro una comunidad de cinco personas, también quiero ver jóvenes que inician sus primeros pasos en la vida religiosa. Su misión posiblemente esté en una zona rural de la selva. Habrá una escuela infantil, un centro de salud, una casa de acogida abierta a ejercicios espirituales, oración, formación humana y cristiana. Cada día tiene que ser una sorpresa, porque posiblemente nunca sepas lo que va a ocurrir: un día no hay luz, otro día hay una urgencia médica por la noche y han de salir corriendo, otro se quedarán sin agua, otro llueve y las rutas se hacen impracticables... Así que han de aprender a vivir a la intemperie, con lo de fe que eso supone.
Me ayudan en mis pesquisas y me dicen que Rosario García sigue en la Diócesis de Yaounde (Camerún) y trabaja en el hospital que su congregación tiene en Bikop. «Ser misionera me ha hecho descubrir mi pequeñez y la grandeza del ser humano», leo en uno de sus escritos. Me dan la dirección de https://esclavasaci.es/2021/10/19/cuenta-lo-que-has-visto-y-oido/ y me encuentro que Ana Gutiérrez, partiendo del lema del Domund de este año, cuenta que ella ha visto y oído «la presencia sobreabundante de Dios en mi vida y en la de los demás. Una fraternidad universal, mucho sufrimiento, enfermedad, muerte, en algunos casos exceso de mal, pero unido a eso he visto exceso de vida, he visto mucha vida que nace, vidas humanas y vida espiritual».
Y me digo: los misioneros están hechos de otra pasta, no solo de carne y hueso, también de un amor tan infinito o más que la tierruca en que nacieron. ¡Benditos embajadores de Dios y de Cantabria por el mundo!
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