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Esta semana, un concejal elegido por el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) en el Ayuntamiento de Rionansa, Miguel Ángel González, ha desoído el mandato de su partido, el de sus compañeros de agrupación y el de los votantes regionalistas del municipio para votar al Partido ... Popular y aprobar una moción de censura que desaloje a sus propios compañeros de partido del gobierno municipal, del que él mismo formaba parte y era corresponsable de las políticas y actuaciones llevadas a cabo en este año.
Si preguntamos en la calle, todos responderían que este señor es un tránsfuga. Porque tránsfuga es el representante que, traicionando al partido político que le presentó a las elecciones, abandona el mismo, es expulsado o se aparta del criterio fijado por sus órganos competentes. Y esta es la definición, asumida por todos los partidos como el PRC y el PP, y recogida en el 'Acuerdo sobre un código de conducta política en relación con el transfuguismo en las instituciones democráticas', el conocido como pacto anti transfuguismo.
El compromiso adquirido por los firmantes de ese documento era y es, entre otras muchas cosas, comprometerse a impedir la utilización de tránsfugas para constituir, mantener activamente o cambiar mayorías de gobierno de las instituciones públicas. Ahí queda eso.
Por eso el PP corrompe y traiciona a la democracia y por eso Miguel Ángel González es un corrupto, un traidor y un tránsfuga. No, no es un díscolo, como pretendidamente se ha querido vestir al concejal tramposo; y no, el PP no es esa casa benévola que acoge al incomprendido edil. Miguel Ángel González es un tránsfuga y el PP lo ha aceptado, lo ha acogido y lo ha estimulado, convirtiéndose en un partido de tránsfugas.
Por esto, lo ocurrido en Rionansa es un notorio, evidente, concluyente e inequívoco caso de transfuguismo, lo que no deja de ser una forma de corrupción política y una práctica antidemocrática que, todos coincidimos, debe ser erradicada pero que, por el contrario, se alimenta sin pudor por los que, como el Partido Popular, precisamente reclaman códigos morales y éticos que, evidentemente, no se auto aplican.
El caso Rionansa es el paradigma de esta forma de corrupción. Desconozco si el tránsfuga se acercó al PP para que le acogieran o si el PP 'tocó' al traidor para acogerle; sea cual sea el inicio de la situación, es igual de rechazable, repugnante e indignante. Pero con ser gravísimo todo esto, más lamentable resulta que el actor principal, el PP, el que debiera ponerse enfrente de la corrupción, justifica el acogimiento del traidor considerando como «un atrevimiento» definir la actuación de éste como un acto de transfuguismo. Flaco favor a la democracia, a la integridad, a la ética y a la palabra hacen los populares, a los que sólo les queda abandonar públicamente y de manera inmediata el pacto anti transfuguismo, porque aparte de practicar la trampa, nos tratan al resto por tontos.
El transfuguismo político, una lacra que en Cantabria fue moneda común durante lustros y revivió con cierta fuerza y siempre de la mano del PP la pasada legislatura con los casos de Ruente y Guriezo. Sin ir más lejos, el Partido Popular alimentó una moción de censura en este último municipio para apoyar a una tránsfuga con resultados demoledores para los inspiradores y, lo que es peor, para los guriezanos y la ciudadanía en general.
Las mociones de censura son un instrumento democrático, pero jamás deben alimentarse con tránsfugas porque se pervierte la esencia de la alternancia política. Es un instrumento absolutamente democrático, en el que varios partidos pueden cambiar un gobierno que consideran ineficiente pero nunca recurriendo a maniobras oscuras y antidemocráticas como el uso de tránsfugas para alterar las mayorías.
Nada justifica el transfuguismo. Absolutamente nada. La democracia tiene consigo unas líneas rojas que, si se traspasan, se alimenta la corrupción política y se acentúa la incredulidad en el sistema. Y los partidos políticos, los agentes clave en el sistema, son proyectos colectivos, que no individuales, a los que los ciudadanos nos adscribimos obligándonos a entendernos con el resto militantes en pos del ideario que nos une. Son cuestiones básicas.
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