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¿Qué está pasando con las basuras? Me preguntan todos los días, y a todos respondo que las respuestas están en ese pasado que el PP no quiere que se investigue: en el contrato de limpieza y recogida de basura en la ciudad de ... Santander, en el pliego de 2012 que ha sacado de nuestras calles a 64 barrenderos. Pecado original de funestas consecuencias que nos explica esta Santander desconocida, con vertederos de basura a cielo abierto en cada esquina y ratas campando a sus anchas por todos los barrios, sin distinción, hasta en los Jardines de Pereda, convertidas, a través de videos y fotografías, en protagonistas de las redes sociales.
Son las consecuencias del pliego de condiciones que elaboró el Partido Popular hace casi diez años, un desastre del que advirtieron los trabajadores y también advertimos desde el PSOE. Lo bueno de lo escrito es que se lee, y ahí están las alegaciones a aquel diseño del contrato que, ahora, con urgencia política, partidista y electoralista, quiere romper el PP. Porque, pretende una vez más eludir su culpa, pero ¿en qué cabeza cabe que nuestra ciudad se pueda limpiar con un contrato que se reduce un 20% respecto al anterior? ¿En qué cabeza cabe que, si Santander supuestamente iba a crecer en población y en extensión, como anunciaba el PP a bombo y platillo, se pueda mantener limpia con tanto menos dinero? El eufemismo del 'supercontrato' de las basuras les delataba. Nunca mejor dicho: de aquellos polvos, estos lodos.
En paralelo, mientras firmaban aquel 'supercontrato' que reducía conscientemente un euro de cada cinco en el servicio de limpieza, el PP aumentaba un 125% las tasas e impuestos que pagamos todos los santanderinos y santanderinas, ¿qué es, si no una estafa, pagar mucho más por un servicio que, quien lo diseñó lo sabía, iba a ser progresivamente mucho peor? Y quien lo diseñó sabía perfectamente que el peor servicio de todos lo iban a sufrir los santanderinos en puertas de las próximas elecciones municipales de mayo de 2023. Esa es la explicación al conflicto de nuestros días: la cadena de decisiones políticas del PP, desde 2012 hasta 2021. Por eso obstruyen la comisión de investigación de las basuras: porque no quieren que se sepa la verdad de lo que han hecho con el dinero de todos los santanderinos.
Si en algo tiene experiencia el PP de Santander es en eludir las responsabilidades propias: en echar balones fuera y en tratar de culpar al empedrado. Lo pretendieron, sin éxito y con cargo al bolsillo de todos los santanderinos, cuando judicializaron la anulación de su fracasado Plan General; no es tampoco la primera vez que, cuando el PP se ve en apuros, culpa a las empresas por decisiones que no le son ajenas. Un PP que se cree impune a todos los varapalos judiciales, habidos y por haber.
Ahora han decidido, unilateralmente, rescindir un contrato con la actual concesionaria y adjudicarlo a otra empresa con el método del 'dedazo'. Más de 16 millones de euros anuales -serán muchos más, porque en el acuerdo con la nueva empresa se admiten los sobrecostes- adjudicados por el PP directamente, sin ninguna publicidad, sin concurrencia competitiva. Decisión unilateral de Gema Igual. De desastre en desastre en la gestión de los servicios públicos.
Todos estos actos administrativos están judicializados, anuncian una batalla judicial y amenazan a las arcas municipales con un impacto negativo sin precedentes. Y nos preocupa el coste de esta operación política de lavado de imagen de Gema Igual, que ha elegido la vía del conflicto a la del diálogo para solucionar los gravísimos problemas que el mismo PP ha provocado. Todo vale para tratar de ocultar la crisis que ha estallado en Santander con las basuras, que es el fracaso del modelo del PP.
El desastre de las basuras no es el único ejemplo de una nefasta gestión del Partido Popular en Santander, porque tampoco debemos olvidar la situación en la que se encuentra el contrato de Parques y Jardines, que viene prestándose sin contrato desde hace más de tres años; o el contrato de Aguas, una externalización muy discutible de la empresa pública más rentable, que hoy sale más cara al bolsillo de los santanderinos; o la situación de la Policía Local, con la peor ratio agente/habitante del milenio, con 100 agentes menos en la calle de los que recomienda la Unión Europea para una ciudad como Santander.
Esta incapacidad para gestionar el interés general de la ciudad, y no tener más proyecto que la permanencia en el poder, hace más necesario que nunca que Santander se regenere, cambie de gestores municipales y de color político tras cuarenta y cinco años de gobierno de los mismos.
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