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'Lo viejo y lo nuevo' es una película de Eisenstein (Riga, 1898-Moscú, 1945) que narra cómo los adelantos técnicos cambian la vida de ... una comunidad a principio del siglo pasado. La creación de una granja-fábrica para la cría de vacas trastocó los esquemas tradicionales cuando la llegada de un tractor acabó por cambiar la realidad social. Básicamente resume los efectos de los cambios, de la renovación, 'leitmotiv' e inspiración este año en las ofertas electorales.
El PP y el PSOE son los partidos que, en Torrelavega, se presentan –aparentemente– más modernizados. Los populares cambian radicalmente las caras de su cartel, exceptuando llamativamente que resucitan para la política a Olga Quintanilla –ya dada por amortizada– situándola nada menos que en el cuarto puesto de una candidatura en cremallera, quizás atendiendo a su 'experiencia' municipal, que en realidad se limitó al tránsito durante tres años por el PRC (2007-2010) como concejal. Los socialistas han hecho también tabla rasa y solo mantienen en su lista a José Luis Urraca, convertido ya en un auténtico ejemplo de superviviente en su partido, protagonista de lo que en términos taurinos se define como una meritoria faena, la que va de menos a más.
Hurgando en las tramas que se urden en el 'backstage' de los aparentes cambios, se advierte que, en realidad, más que renovación se trata de una exposición mediática, de un muestrario de utilería, un atrezo en definitiva, que traza una imagen de aparente regeneración, porque las caras nuevas duran «lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks» (Sabina), y en un par de días ya estarán trilladas: «Tus grandes exclusivas de hoy envuelven el pescado de mañana», advirtió Lester Markel, maestro de periodistas (Nueva York, 1894-1977), o dicho en román paladino, porque «lo que hoy es noticia, mañana será historia».
Renovar un partido no es solo alcorzarlo. La renovación exige, además de ese aseo, gestión, una propuesta-modelo que aporte modos de operar radicalmente diferentes, sin excluir a quienes disienten o con la oferta facilona de un menú largo –y a la postre, estrecho– de propuestas destinadas a embelesar a los allegados. No es tampoco un rol de 25 biografías atiborradas de credenciales ni el descarte sistemático de personas de demostrada experiencia; nadie debería ser eliminado por no estar en la agenda azul, en la lista de los adláteres del jalifa de turno. No se puede transformar el curso de la historia a base de cambiar los retratos colgados de la pared, dijo Sri Pandit Nehru (Nueva Delhi, 1889-1964).
Renovar es también entender los cambios que nos rodean, saber descifrar las claves de la transformación que ha sufrido esta ciudad en los últimos 50 años, ahondar en las propuestas que permitan despertar esta urbe adormecida, bosquejando un renovado futuro, aceptando de una vez que aquel pasado glorioso es ya entelequia, incluso, llegando a analizar si los partidos políticos, con su configuración actual, regidos por un yerto organigrama, siguen siendo viables y adecuados para una nueva reorganización social y económica.
Renovar es desvestirse de palabrería y de conceptos manidos, aceptar sin inútil ceguera que los ciudadanos se cansaron hace ya mucho tiempo de escuchar y recibir promesas, de propuestas que nunca llegan a cumplirse o que se retrasan desesperadamente en el tiempo. Asumir que ya no valen los mantras de las infraestructuras o del ausente desarrollo industrial, que están hartos de los cantos de sirena de Oannes, la diosa con forma de pez que arrastraba a los marineros al abismo. No piden quimeras. Solo quieren saber cuándo, cómo, dónde y en qué plazo se van a hacer realidad los proyectos que les presentan, sin retruécanos, piden algo tan sencillo y simple como lo es la pura verdad, sin artificios.
Pero también hay que ser indulgentes con los políticos y recurrir en su auxilio a Catalina de Rusia cuando le espetó a Diderot: «Usted trabaja sólo sobre el papel, que se presta a todo, que es obediente y flexible y no pone obstáculos; en cambio yo, pobre emperatriz, trabajo con la naturaleza humana». Mea culpa.
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Ana del Castillo
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