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El Centro de Interpretación lo tiene todo tan interpretado que encontrarlo abierto es un milagro que raramente acontece en La Maruca. Ante el inmueble, que corta en dos el litoral marino, hay una escultura de Molleda que tal vez honre a las víctimas del ... mar, sin que nada explique su razón de ser. Tal vez aluda al luctuoso momento de la galerna de Sábado de Gloria (1878). Cuando al humilde cura del lugar le faltó tiempo para auparse a la roca más escarpada y resbaladiza a fin de bendecir con el hisopo a quienes se ahogaban en mitad de la tormenta. Que los pobres no murieran sin la bendición del cielo, fue su firme decisión pastoral.
Amós de Escalante imaginó a los náufragos abrazados a los restos de sus embarcaciones, pugnando por sobrevivir. Y glorificó la cándida fe del cura en un soneto inmortal: «Dios les queda no más: su fe le implora, / y haciendo sacro altar de peña calva, / un sacerdote al funeral testigo / las manos tiende al mar, y dice y llora: / «Del Dios en nombre que perdona y salva, / mártires del trabajo, yo os bendigo». De Amós retomó la idea Marcelino Menéndez Pelayo, con mayor grandilocuencia: «¡Salvados, sí! Desde el salobre risco / De San Pedro del Mar, un sacerdote / Les dio la bendición. Nada más grande / ojos humanos contemplar pudieron, / Cual lo que vio la moribunda gente, al descender el celestial rocío / del Divino perdón sobre su frente; / Abrirse el cielo y serenarse el mundo, / entre Dios y la mar la Cruz alzada...» Dos grandes literatos santanderinos, llorando versos a raudales. Los cuales versos, tan sentidos, no han merecido el favor de ser recordados en San Pedro del Mar / La Maruca. Hora es de remediarlo.
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