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Opinión

Dos escenas olímpicas

Los franceses tienen grandes virtudes que han exportado al mundo, pero parece que son también incapaces de desprenderse de su famoso 'chauvinismo'

Martes, 20 de agosto 2024, 07:11

Venía yo cavilando, de vuelta ayer a casa, sobre la gran polémica que provocó la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, del pasado día 26 de julio, sobre todo por esas dos 'simpáticas' escenas que tanto llamaron la atención: la supuesta recreación ... burlesca (según algunos, «blasfema») de la Última Cena de Jesús y la aparición de María Antonieta, reina consorte de Luis XVI, vestida de rojo, decapitada, con la cabeza parlante entre los brazos. Los franceses querían a buen seguro presumir y mostrarse orgullosos de dos de las grandes conquistas de su afamada Revolución: el laicismo riguroso de la Francia oficial, con escrupulosa separación de los poderes civil y religioso, y el antimonarquismo, con las simbólicas, pero miserables, ejecuciones primero de aquel rey y, meses más tarde, de su esposa.

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