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El ataque de un joven magrebí al grito de 'Alá es grande' en varias iglesias de Algeciras ha servido a siglas extremistas para arremeter contra la política migratoria del Gobierno de Sánchez en una evidente instrumentalización de un asunto, el de la acogida a los ... extranjeros, que constituye una de las prioridades de la acción pastoral del papa Francisco. El programa del Ejecutivo socialista en esta materia es muy mejorable, pero es un hecho que los movimientos populistas se han apuntado al uso ultraderechista de la religión con unos fines netamente políticos y tratan de sacar réditos de las convulsiones sociales. Por no hablar de la dictadura familiar que ha secuestrado la democracia en Nicaragua e intensifica su acoso a la Iglesia. La peligrosidad del pensamiento único.
El problema de la religión viene cuando hay quien trata de convertirla en ideología. Se mata y se manipula en su nombre en busca de una legitimación espuria. Hay obispos que pontifican que el rumbo moral de Occidente lo está marcando la izquierda. Y me pregunto en qué coordenadas sitúan las políticas ultranacionalistas y excluyentes de Viktor Orban, primer ministro de Hungría; las arengas católico evangélicas del expresidente Jair Bolsonaro, que puso su mandato bajo la supervisión de Dios y las 'fake news' en Brasil; el autogolpe de Janine Áñez en Bolivia, parapetada en una biblia descomunal; las posiciones ultras de Georgia Meloni y Matteo Salvini, rosario en mano, en Italia, o la santa alianza entre Putin y el patriarca de Moscú. La derecha radical está movilizada en una evidente guerra cultural de marcadas raíces antropológicas.
En la religión, y en la Iglesia, también puede anidar el mal. Se atacan instituciones democráticas en el nombre de Jesucristo y se bendicen mortíferas máquinas de matar invocando a Dios porque hay líderes y pastores que se sienten legitimados por sus creencias. Se está larvando un movimiento esencialista, que acapara la religión, que selecciona e identifica unos valores cristianos con sus propias posiciones ideológicas y los convierte en dogmas sociales, mientras margina el Evangelio. Que se apropia del sentimiento religioso como si la religión fuera patrimonio de unas siglas determinadas.
En España ha habido gente que se ha rasgado las vestiduras por que la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, se ha atrevido a apadrinar la presentación del último libro del Papa, 'Os ruego en nombre de Dios'. Es verdad que la ministra de Trabajo es una comunista con solera, le viene de familia, pero también lo es que sabe tratar con la Iglesia, sin sectarismos. Se fue a visitar a Jorge Mario Bergoglio al Vaticano, un encuentro del que salió fascinada, y luego ha publicitado su obra pregonando a los cuatro vientos que se siente identificada con muchas de las propuestas que predica. ¿Un movimiento de estrategia política para seducir al electorado creyente con su proyecto Sumar? Lo cierto es que sabe calibrar la importancia del factor religioso.
Por si acaso, el PSOE también se ha prodigado en gestos en busca del apoyo de la ciudadanía creyente. Margarita Robles, ministra de Defensa, visitó en Navidad la Cáritas castrense, brazo de una fuerza de choque que blinda el prestigio de la Iglesia. Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra para Asuntos Económicos, se puso el delantal en Nochebuena para atender las mesas ocupadas por personas sin hogar en una cena organizada en la Universidad Complutense por Mensajeros de la Paz. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que ya apadrinó la publicación del libro 'Los prelados de Toledo' (pese a ser la sede del integrismo católico), acaba de presentar en sociedad al nuevo secretario general de los obispos, César García Magán, justo ahora que el episcopado ha salido a la plaza pública a decir «Basta ya» a Sánchez. ¿Guiños electorales?
Una de las personas que han actuado con menos complejos en ese campo es Carlos García de Andoin, referente del laicado en la diócesis de Bilbao, asesor en dos Gobiernos socialistas y ahora candidato a la alcaldía de Sestao. El politólogo y teólogo, vicepresidente de la Liga Internacional de Socialistas Religiosos, intervino en el reciente Congreso Internacional Socialista para alertar de la «regresión autoritaria, fundamentalista y xenófoba» que se está produciendo, y apostar por un progresismo de inspiración espiritual y religiosa «porque no toda la religión es de ultraderecha». Abogó también por construir marcos abiertos, en la Iglesia y en la política.
Es verdad que Francisco se ha convertido en un referente para la izquierda, pero también lo es que determinados movimientos de la derecha católica conspiran contra las líneas maestras de su pontificado y se enrolan en iniciativas que provocan la polarización social con el mensaje oculto de deslegitimar la democracia desde un sectarismo cultural.
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