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Cuando confirmé la idea de que Moncloa había encargado una «serie documental» sobre el funcionamiento de la Presidencia del Gobierno y del quehacer de Pedro Sánchez, tuve dos sentimientos que se sucedieron de forma inmediata: primero, «no me lo puedo creer», segundo «no me extraña ... nada». Y no me extraña, porque Pedro Sánchez está capacitado para desarrollar gallardamente el protagonista principal, él mismo, y porque además su osadía y su ambición son, como sabemos, infinitas.
Digo que Pedro Sánchez está capacitado porque es un actor con experiencia, conoce muy bien al personaje y, sobre todo, ama la cámara. Pertenece a una conocida tradición de actores españoles que hacen siempre de sí mismos. Aunque en este caso, deberá esforzase por parecer ocupado y preocupado por grandes asuntos de Estado, por dar bien en momentos de soledad y de gran tensión en la toma de decisiones cruciales para todos nosotros. Brillará en escenas en las que hará alarde de su liderazgo y determinación, y asistiremos a momentos de soledad en su despacho y a miradas pensativas perdiéndose en el horizonte a través de un gran ventanal de la Moncloa. Asistiremos a dilemas, renuncias y sacrificios personales, incluso algún error porque todos estos recursos 'humanizan' al personaje y se trata, según se ha dicho expresamente, de mostrar «la dimensión humana de la Moncloa». «Humana, demasiado humana», que habría dicho Nietzsche.
Sospecho - como Nietzsche- de todo lo que parece excesivamente 'natural' y 'humano', pero lo que más me irrita en este caso es el aviso de Moncloa de que la serie documental estará «presidida por una finalidad de estricta transparencia democrática» y que no tendrá ningún tinte «propagandístico o (de) publicidad partidista o política». Y me irrita por varias razones: una, porque la transparencia debe mostrase en la práctica política, no en una serie que has encargado sobre ti; dos, porque no hay necesidad de tal serie; tres, porque la finalidad u objetivo de esta serie no puede ser la transparencia política, a no ser que aceptes primero una situación en la Moncloa de falta de trasparencia, es decir, excusatio non petita acusatio manifesta; cinco, porque la finalidad de esta serie documental es, quiera o no Pedro Sánchez y sus asesores, mejorar su imagen en un año electoral.
Pero la más disparatada y ridícula de las finalidades, razones o beneficios con los que Moncloa intenta justificar lo injustificable es que «mejorará el poder de atracción de España internacionalmente». Pero vamos a ver Pedro Sánchez, ¿alguien puede creerse que una serie documental, es decir, supuestamente informativa, sobre el día a día del gabinete de la Moncloa puede despertar algún interés en algún país que no sea España? ¿Quién se cree Pedro Sánchez que es? ¿Brad Pitt? Y lo que es más hiriente ¿quién se cree él que somos nosotros? ¿Unos imbéciles?
En cualquier caso y a pesar de todo lo dicho hasta ahora, en España la serie documental puede ser un éxito político. Muchos la veremos, por muy distintas razones, y creo que en una parte de la población, sin saberlo ni quererlo, la serie influirá favorablemente en la imagen que tienen del actual presidente, arrojando un cierto rendimiento electoral para su protagonista. Dependerá también de la plataforma en que se emita (¿Netflix?) y siempre que la productora haga bien su trabajo. Y lo hará bien, pues se trata de una productora solvente con experiencia suficiente en documentales emocionantes y en publicidad. Por cierto, ¿por qué no se ha convocado un concurso público entre productoras en vez de asignarse 'a dedo'?
En cualquier caso, Pedro Sánchez les dirá lo que debe salir y lo que no, además de cómo quiere que sea visto e interpretado por los espectadores. En publicidad a esto lo llamamos briefing. Y por tanto, lo veremos como un presidente trabajador, preparado, dialogante, con un papel destacado en la UE, cercano, bla, bla, bla... Y la productora lo hará de forma que resulte atractivo y creíble, y sin que se note mucho, que para eso son unos profesionales. Y muchos veremos esas 'píldoras' de 45 minutos antes de irnos a dormir. Unos, nos iremos desvelados, pero sin que la píldora tenga efecto alguno sobre nuestro voto. En algunos, las píldoras de la ficción provocarán un subidón que fortalecerá su admiración por el protagonista. En otros, estas píldoras actuarán de forma lenta y silenciosa. Y, como casi siempre, los más listos serán los que no vean la serie.
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