Pelegrino Zuyer

La decisión municipal, a la que modestamente contribuí con mi voto favorable, merece un aplauso sin reservas. La concesión de la vía urbana fue en justicia. Y de justicia es pedir ahora que se sustituya el insulso rótulo metálico que agoniza en la fachada sur de Mercadona por otro en condiciones. A ser posible de picapedrero y con más enjundia que el que se colocó en su día con carácter de provisional permanente.

Del indicado rótulo, oxidado y en su mitad partido, ha desaparecido la parte izquierda. De forma tal que apenas si se distingue Uyer. El nombre, Pelegrino, y la Z mayúscula del apellido, los vientos se lo llevaron al descampado de la esquina, pendiente de nuevas edificaciones verticales.

Quien, de pasada, lea Uyer se preguntará sobre el arte y oficio del ignoto personaje que cuenta en la ciudad con vía tan principal. La cuestión es fácilmente remediable. El Ayuntamiento se apuntaría un buen tanto sustituyendo el rótulo metálico por un rótulo pétreo con la gracia completa del recordado: PELEGRINO ZUYER; y su circunstancia: canónigo suizo que en octubre de 1660 vino a Sant'Ander a comprobar si esta villa marina y marinera merecía tener un obispado propio.

Y, de paso, la diana sería completa negociando razonablemente con Mercadona la colocación en su pared meridional de un mural con la reproducción del plano trazado o mandado trazar a pluma por el enviado eclesiástico. Primerísimo plano de Sant'Ander, villa entonces de bolsillo, en cuyo ángulo superior figura manuscrito el topónimo QUETO.

Más o menos por donde hoy discurre la avenida dedicada a su memoria. Que día a día, va ganando en tráfico y notoriedad.