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El presidente ruso Vladímir Putin anunció ayer la escalada bélica a la que se dispone su régimen para hacer frente a los reveses sufridos ante la contraofensiva ucraniana y para acallar la contestación más extremista en su propio país. El decreto dictado para la ... movilización progresiva de sus reservistas, en una cantidad inicial de 300.000 ciudadanos con instrucción militar, enfrentará directamente a Putin con el sentir de una población que encuentra muchas dificultades para abandonar el país y eludir la guerra. A lo que contribuirá el endurecimiento de penas y sanciones para quienes no atiendan la llamada a filas o desobedezcan las órdenes de sus superiores. La convocatoria sin garantía alguna de referendos de adhesión a Rusia en territorios ucranianos, que en realidad el Kremlin no controla y están siendo escenario del avance de las tropas de Kiev frente a la invasión, no tiene otro objetivo que apoderarse simbólicamente de Luhansk, Jersón, Donetsk y Zaporiyia. Para, a continuación, considerar un ataque contra la integridad rusa las legítimas operaciones que el ejército de Zelenski realice allí. Hasta el punto de poder utilizar esos hechos para justificar la utilización posterior de armamento nuclear en la defensa de una Rusia ampliada a la fuerza. Dado que la movilización de los reservistas podría demorarse semanas e incluso meses, a Putin le urge presentar ya el escrutinio de las regiones ocupadas a medias para avalar de manera falaz cuantas decisiones adopte en adelante.
Putin se dirigió a los rusos y al mundo coincidiendo con la cumbre de Naciones Unidas en Nueva York, oportunidad que quiso aprovechar para escenificar su amenaza. Transmitiendo así el mensaje de que Rusia se mueve en su propia órbita sin atenerse a convención internacional alguna. Todos los mandatarios occidentales coincidieron ayer en subrayar que la escalada anunciada por Putin es una muestra de debilidad. Conclusión que compartieron prácticamente todos los analistas y académicos de los países democráticos que se refirieron al nuevo giro de guión de la autocracia rusa. Claro que eso no reduce los riesgos. El momento se puede volver crítico en tanto que el Kremlin llegue a perder el control de la situación. Esa es la amenaza de fondo del chantaje de Putin. Por lo que la sintonía entre la UE y EE UU, y entre los aliados de la OTAN, deberá basarse aun más en la unidad activa en apoyo de Ucrania y de aquellos países que se encuentran especialmente a merced del desvarío ruso.
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