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Los hunos y los bárbaros del norte hubieran sido más cuidadosos. Las montañas de basura acumulada en una sola tarde, la de Nochebuena, y en una zona concreta que tiene su inicio en Cañadío, Pombo y calles adyacentes, y su término y máxima expresión ... en Peña Herbosa, revela que los chones son más de los que pensábamos y abre un debate para conocer en función de qué se multa en una ciudad muy tolerante con los inciviles, muchos de los cuales se manifestarán en cualquier momento contra el cambio climático y en defensa del medio ambiente. Adolescentes borrachas a hora temprana meaban entre los coches aparcados en lugares prohibidos, semitapadas por otros adolescentes tan bebidos como ellas, pero con más aguante, mientras vaciaban las botellas de licor extraídas de bolsas con membrete de supermercado. Queda todavía la Nochevieja.
Un miniperro es poca cosa, ya lo dice su nombre. También se los llama perros de juguete y son más pequeños aún que los enanos. Su altura media es de unos veinte o veinticinco centímetros y su peso rara vez supera los cuatro kilos. Ejemplos típicos de estas razas son el bichón, el caniche toy, el yorkshire, el pomerania o el chihuahua, y con todos ellos hay que extremar la precaución, no por su fiereza sino para no pisarlos en un descuido. Andaban por los Jardines de Pereda dos señoras, ya de edad, las cuales quisieron dejar libres un rato a sus mascotas. Doble error. Los perros, aunque sean mínimos, han de estar sujetos, y quien los suelte, cuidando de no molestar, debe cerciorarse bien de que la habitual ausencia de guardias se mantiene. Porque estaban detrás de ellas, qué casualidad. Total, noventa euros de multa, setenta y dos por pronto pago.
La sanción, justa al existir la falta, contrasta con la permisividad ante otras acciones de mayor importancia y riesgo. Si el fin es la recaudación, los oscuros Jardines de Pereda son una mina. Solo unos minutos antes, los agentes no hubieran multado a los proyectos de perro sino a cinco vándalos en bicicleta haciendo cabriolas a gran velocidad. Y en horas diversas, a los patineteros que destrozan el anfiteatro del Centro Botín e intimidan al ciudadano, el folleteo de precio barato donde la luz no alcanza, las carreras de perros como caballos, las defecaciones caninas y humanas o los ataques a las esculturas y al mobiliario urbano. El número de policías es escaso, y quizá por eso tampoco evitan, porque no pueden o no les dejan, los desmanes de los hosteleros que se apropian de las aceras y de la ciudad. Multaron a dos perritos falderos. Al resto, puede que otro día.
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