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EL ENIGMA CANTABRIA ·
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EL ENIGMA CANTABRIA ·
La consideración en perspectiva de la autonomía debe conducir a reflexionar sobre los posibles métodos para su mejora a partir de este 40º aniversarioTerminamos esta serie conmemorativa con el pensamiento puesto en el porvenir, lo que se puede hacer para mejorar la autonomía de Cantabria como instrumento al servicio de la gente. Una serie de temas que no se proponen como soluciones mágicas, sino como cuestiones sobre las ... que merecería la pena debatir y alcanzar algunos consensos. El pasado día 1, cumpleaños exacto de la autonomía, tuve la oportunidad de repasar hasta 21 ideas en la conferencia a la que amablemente me invitó el Ateneo de Santander. Así propuse siete asuntos político-institucionales, siete económicos y siete relacionados con Europa.
En el primer apartado, considero necesario explorar una completa reestructuración del mapa de los municipios. Tenemos los mismos que cuando la demografía era totalmente diferente, y no se puede obligar al contribuyente a someterse a la inercia administrativa, sino al revés. La consejera de Presidencia ha sido valiente al proponer una primera comarcalización, acompañada por un estudio de la UC. Ojalá funcione, pero recordemos el principio de William de Ockham: «Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem», no más entes de los necesarios. Otro debate aún más urgente es el de la 'política exterior interior'. Cantabria debería tener cada año sus objetivos concretos en relación con lo que quiere hacer en/con/hacia País Vasco, Castilla y León, Madrid, La Rioja. La carencia de estas políticas es una de las causas de nuestros problemas de desarrollo.
Al mismo tiempo, los partidos nacionales, sin perder su idea de España, deben hacer un hueco definitivo a la agenda regional (esto a la izquierda siempre le ha costado especialmente), de modo que comprometan más a sus órganos centrales a contenidos determinados. Un debate complementario sería sobre acercar el Parlamento cántabro al ciudadano, con el estudio de un posible 'sistema alemán' de elección de diputados, es decir, una mitad por circunscripciones y otra mitad por una lista regional cuyos escaños se asignarían proporcionalmente. Se podrían elegir 20 por circunscripciones y 19 por lista general. Indudablemente, un debate adicional es la simplificación burocrática y el reto de eficiencia.
Por otra parte, conviene a nuestras instituciones una visión globalista, que fomente el intercambio con el exterior, tanto en la vertiente de Europa como en nuestra vinculación indestructible con América. Por último, he propuesto que Cantabria insista en un Senado más territorial y 'senatorial'; por ejemplo, que cada autonomía elija dos senadores en urnas directas como en Estados Unidos, más un senador designado por el Gobierno regional como en Alemania, más una serie de senadores nacionales entre personas de reconocido prestigio y conocimiento de la realidad territorial española, también con arraigo regional. Cantabria sería una gran beneficiaria de esta estructura mixta.
En el capítulo de la economía, dados los imperativos geográficos, las agendas de comunicaciones con el entorno ibérico y dentro de la propia comunidad son fundamentales. Hemos celebrado el 1 de febrero con denuncias de usuarios de ferrocarril de Cercanías y quejas del diputado regionalista de que la ministra del ramo no habla claro sobre la integración ferroviaria en Torrelavega. No podemos trabajar unas veces trenes con la Meseta (únicos ya en ejecución, por cierto) y otras con Bilbao para las calendas griegas, encima sin apoyo en Bruselas de nuestro propio Gobierno nacional. Todo esto necesita una precisión mucho mayor. Y al que no precise hay que tomarle la matrícula para las elecciones, que así funciona la democracia.
Hay que pensar cómo hacemos en una región donde la vaca es combatida por el brik si es de leche y por el cambio climático y por la licantropía política si es de carne. En cuanto a la industria, hay que tomársela absolutamente en serio. Sniace y Forjas de Cantabria muertas, Ferroatlántica apagada y Solvay esperando a Godot representan un escenario que una región industrializada no debe contemplar con indiferencia.
Queda mucho recorrido en servicios de valor, tanto tecnológicos y logísticos como educativos, culturales, artísticos y turísticos. Hay que desarrollarlos con la coherencia que permita aprovechar sinergias y beneficios mutuos. Aquí tienen un papel fundamental el conocimiento y la innovación; no solo nuestras universidades y centros científicos, sino las nuevas estructuras privadas que pueden ir agrandando dicha red.
Todo ello, esencialmente, tiene que ver con crear una región 'business-friendly': fiscalidad, burocracia, suelo, recursos humanos, formación profesional y, destacadamente, capital riesgo para financiar proyectos nuevos y que el objetivo de la juventud no sea hacerse emigrante o funcionaria. Y si queremos atraer determinado perfil de inversor, no podemos ser el azote fiscal de los patrimonios familiares. Sencillamente se irán. Hay que estar en la realidad.
Por último, en el capítulo europeo propongo reflexionar sobre cómo vamos a cumplir la Agenda 2030 y su transición ecológica acelerada, que puede ser una escabechina. Y con media Europa a dos horas de avión de Santander, hemos de tener estrategias permanentes de atracción de inversiones y visitantes de ese entorno continental. Francia será hacia 2050 el país más poblado y es nuestro vecino. Hay que aprovechar más en Europa nuestro potencial universitario (incluida la UIMP si el rector Andradas se siente interpelado). Además, tenemos un tamaño ideal como 'región piloto' de experiencias europeas. Hemos de rentabilizar más esas ocasiones en que, como decía el economista británico Schumacher, «small is beautiful». Nos convendría mucho, asimismo, acabar con la elección de eurodiputados por circunscripción única, y que al menos hubiera en Estrasburgo un escaño de Cantabria, para implicarnos en la Unión.
Europa no es solo un proyecto económico o geopolítico, sino sobre todo cultural, existencial. Es fundamental cultivar las humanidades, las artes, la historia, la filosofía, la reflexión jurídica, política y sociológica de amplio alcance. También los idiomas, para que el alumnado acredite un B2 en Inglés al terminar la ESO y un C1 al concluir Bachillerato. Eso requiere replantear departamentos, becas de inmersión y conversadores nativos.
Y necesitamos para la autonomía un clima de libertad, porque, frente a quienes se creen en posesión de la verdad, nosotros, con ese inspirado filósofo que fue Richard Rorty, mejor seguiremos esta fórmula: cuida la libertad y la verdad cuidará de sí misma.
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