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Vale, todos sabemos eso de que la justicia es igual para todos. Y suena bien, nos convence. Pero, qué curioso, también sabemos que, a la vez, la justicia no es igual para todos. ¿En qué quedamos? Las dos cosas son verdad, supongo (si tal cosa ... es posible).
Por la mañana, veo que anuncian una mesa redonda de escritores que dialogan sobre la realidad y la ficción. Una cuestión sin duda apasionante. «¿Quieres que vayamos?», le pregunto a Lucho. Lucho es mi amigo imaginario al que, por fortuna, nadie más puede ver. Pero a él le da igual, claro. Finge que no le interesa, se encoge de hombros. Con cierta pereza, incluso. Es gracioso cuando tu amigo imaginario se encoge de hombros. Gracioso de un modo triste, supongo, porque si de alguien podría uno esperar un poco de complicidad es precisamente de su amigo imaginario, pensaba yo, pero no. Tampoco.
No obstante, allá vamos los dos. Sin demasiadas expectativas, me temo, pero bueno. La primera escritora dice que la frontera entre la realidad y la ficción es cada vez más subjetiva. Yo miro a Lucho, él me mira a mí y luego ambos miramos al techo. En fin. El segundo escritor dice que hay una crisis de la representación de lo real. Y sí, eso es cierto, la hay, creo. Ya no sabemos muy bien si lo que parece verdaderamente real lo es sin más o empieza, precisamente por eso, a resultar muy sospechoso. O sea, te cuentan una historia y te la crees o no te la crees. Ya es todo un poco así. Tu relato está adornado, te dice uno cualquiera. ¿Acaso no lo está siempre?
Porque luego también está la denominada 'no ficción ficticia' de intención controvertida. Y la ficción basada en hechos reales más bien borrosos. Y el testimonio intenso de rebozado crujiente y muy especiado. Y el falso documental muy emotivo e incluso demasiado. Y la noticia amañada un poquito a favor de mis amigos. Y, naturalmente, la mentira total que brilla con luz propia y a veces atrae tanto como la verdad total, si no son lo mismo.
Leo que también hay una crisis en la justicia. De acuerdo. Hay crisis de la verdad, de la justicia y del clima. ¿Acaso hay algo que no esté en crisis? Lo dudo. Si no estás en crisis, no eres nada. La palabra crisis va a entrar en crisis en cualquier momento, dice Lucho haciéndose el gracioso. Y el juez Salvador Alba va a entrar por fin en prisión, si aún no lo ha hecho. Esperanza Aguirre, sin embargo, está limpia. Sin tacha. Enhorabuena. En fin, la justicia, ¿quién no se ha enamorado alguna vez de esa palabra? La justicia no es broma. No es ficción. Constituye la más alta creación del espíritu humano. Y un juez injusto es lo peor.
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