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Jesús Pérez del Río ha recibido el homenaje de El Diario Montañés por su contribución al desarrollo de la ganadería en Cantabria y ... por su apoyo a un sector siempre necesitado de personas que lleven su mensaje a la opinión pública. Pérez del Río ha cruzado, con buen tino, el ecuador de los noventa años y sigue pendiente del devenir del sector agrario, de quienes cada día trabajan en Cantabria para aportar alimentos de calidad a la comunidad. Su figura conduce a pensar en las personas que, como él, ejercen el periodismo en los lugares olvidados, en los municipios pequeños, en esa Cantabria que se vacía paulatinamente. Son 'los otros periodistas', que se enfrentan a la tarea de informar sin los potentes instrumentos de quienes han recibido una buena formación universitaria y están arropados por un equipo de redacción.
Los corresponsales en los diferentes municipios de la región han desarrollado una labor impagable: han sido el altavoz de las demandas de sus vecinos, han denunciado atropellos que se querían silenciar, pusieron en valor las señas de identidad de sus localidades, apoyaron las iniciativas vecinales, celebraron las fiestas tradicionales... y han hecho todo eso a pecho descubierto.
Recuerdo, a vuelapluma, las figuras de Francisco Cayón y luego de su hijo en Torrelavega, Antonio Cefalú en Santoña, Federico Díaz Ysart en Reinosa, Rafael Sánchez en Laredo y tantos otros que a lo largo de más de un siglo han pasado por las páginas de El Diario Montañés. Creo que es de justicia resaltar las virtudes de quienes desde pequeños municipios informaron con honestidad y devoción. Ahora el periodismo ha alcanzado la consagración: la reina de España es periodista, como la presidenta de Madrid, el expresidente catalán Carlos Puigdemont y tantos otros altos cargos. En la segunda mitad del siglo pasado, cuando los cronistas de los pueblos de Cantabria desarrollaron su labor, la situación era bien diferente. No existía internet, ni había teléfonos móviles, las fotografías debían hacerse con película que requería revelada...
El periodismo desprendía aroma a bohemia y una evanescente imagen de marginalidad. Nada que ver con el presente, cuando hasta los más altos cargos de la política, la economía o la cultura se transmutan en comunicadores con entusiasmo y orgullo. Los corresponsales en los diferentes municipios de Cantabria tuvieron muchos de los inconvenientes del periodismo y pocas de sus ventajas. Para quienes informaban desde poblaciones flacas de vecinos la presión ambiental era enorme. Escribir una dura crítica al presidente del gobierno de los Estados Unidos o de España, desde un diario de provincias no entraña ningún riesgo. El aludido no se llegará a enterar de lo publicado y si llega hasta él, apenas ocupará medio minuto de su atención. Poner en cuestión la decisión de un alcalde en un ayuntamiento de tres mil habitantes supone afrontar el desagradable encuentro con el político, casi a diario, y recibir las objeciones de sus parientes, simpatizantes o compañeros de partido.
José del Río Sáinz, Pick, describe muy bien esa situación en varios de sus 'Aire de la calle', especialmente en el titulado 'El oficio ingrato de escribir'. Los elogios, en ocasiones hiperbólicos, se olvidan pronto y la más leve objeción es recibida por el interesado como una grave afrenta. Estos 'otros periodistas' han sido -en el presente la situación ha variado- verdaderos defensores del vecino y aún hoy, con la ayuda de la tecnología, mantienen ese compromiso de erigirse en la voz de sus convecinos.
Pérez del Río, pasado el cabo de los noventa años, simboliza con precisión esa figura del 'otro periodista': una persona con vocación que se adentra en la técnica de la escritura para relatar lo que sucede en su municipio o, en el caso de Pérez del Río, para recorrer las ferias ganaderas por toda la región elevando los problemas de los ganaderos a las altas instancias y actuando como defensor de un colectivo con poca presencia en los grandes debates sobre la economía de Cantabria.
Cuando los propios profesionales de la comunicación buscamos referentes acudimos a los grandes protagonistas: Bob Woodward, Carl Bernstein, Chaves Nogales, Tom Wolfe, Pérez Reverte, Kapuscinski, Manu Leguineche, Ben Bradlee... y nos olvidados de quienes desde lugares pequeños tratan de informar. El refranero es sabio y dice que «pueblo pequeño, infierno grande», para expresar que la distancia determina la libertad de quien escribe. Los corresponsales de los diarios regionales en la segunda mitad del siglo XX merecen el reconocimiento de la sociedad. Esos 'otros periodistas' padecieron más presiones que las ahora existentes y supieron cumplir con su tarea con plena independencia.
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