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«Lo que natura no da, Salamanca no presta». Ninguna universidad suple el talento de cuna ni le transmite inteligencia al alumno, ni memoria ni carácter ni instinto. O viene de fábrica o no viene. Tampoco le transfiere curiosidad, pasión por la verdad, objetividad, ... devoción por el idioma y su buen trato, olfato, oficio, calidad y precisión en el decir. El periodista sin título y premio nobel García Márquez afirmaba que hacer una buena crónica es un don que no se puede aprender porque «la capacidad de contar una historia es una cualidad innata». El periodista nace en las redacciones. Por eso, Gabo era partidario del método del Renacimiento, con un limitado número de principiantes en torno al maestro, escribiendo «hasta que duelan las manos». Un título no asegura nada. Ya dijo Ortega y Gasset que se puede ser tonto en cinco idiomas.
Las empresas vanguardistas entienden que título y preparación no son equivalentes. Google, Apple y otros gigantes solo le piden al candidato que demuestre lo que sabe. «Siéntese y sorpréndame». España es una anomalía en Europa y Cantabria es una anomalía en España. Ningún otro país, excepto Italia, pide una licenciatura específica para ejercer el Periodismo sino una sólida formación. Ninguna otra comunidad ni consejera de Presidencia ni Parlamento desune en lugar de unir y deja en el camino a parte de sus mejores profesionales. Esa es la razón por la que el Colegio de Periodistas de Cantabria nace muerto. El manifiesto redactado por un grupo poco relevante expulsaría, por ejemplo, a Carlos Herrera, Ana Blanco, Julia Otero, Peridis, Carles Francino o Àngels Barceló. Nótese que ninguno de los primeros espadas de la comunicación regional, pasados o actuales, suscribe el papelito. Ni uno.
Algunos de los firmantes proceden de la franquista Prensa del Movimiento y fueron incorporados a la Administración del Estado sin mérito ni concurso alguno, acogiéndose a una disposición excepcional que hoy niegan a otros. También hay titulados al servicio de partidos políticos, instituciones, parlamentos o empresas varias, y si lo que se pretende es que el acceso al Colegio quede reservado a los espíritus puros de la verdad revelada, parece congruente cerrarles la puerta a todos ellos. Los gabinetes de prensa, cuyo funcionamiento conozco, vulneran gravemente los principios básicos del código deontológico en lo que respecta a independencia, veracidad y equidad en la información. Esto nos llevaría a un nuevo debate, ya resuelto por el profesor Miguel Ángel Bastenier, referente del periodismo español e hispanoamericano. Bastenier se hizo una interesante pregunta que él mismo respondió: «¿Los gobiernos tienen periodistas? Sí, pero no son periodistas».
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