Los peri-vascos

A mí me ha sorprendido relativamente. Una exploración en la web del Instituto Nacional de Estadística me mostró que, más que apellidos vascos, hay quizá estadísticamente apellidos vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses, que se solapan apenas. Por ejemplo, en Guipúzcoa hay poco más de mil personas que se apellidan Urrutia (de primero, segundo o ambos); en Vizcaya, en cambio, más de 2.100; en Álava, no llegan a 600; en Navarra, como en Guipúzcoa. En Cantabria, por cierto, hay 150. Si tomamos Ormazábal, es casi exclusivamente guipuzcoano, con muy pocos en Vizcaya o Álava. Y así sucesivamente.

Otra razón de mi menor sorpresa es haber leído un ensayo del donostiarra Paulino Garagorri (clásico editor de obras de Ortega y Gasset, y estudioso también de sus paisanos Zubiri, apellido guipuzcoano, y Unamuno, más guipuzcoano que vizcaíno pese a ser Don Miguel de Bilbao), titulado 'La unidad del País Vasco'. Allí explicaba cómo se incorporaron separadamente, con sus respectivos fueros, a la corona de Castilla la Hermandad Guipuzcoana, el Señorío de Vizcaya y el Condado de Álava. La idea de lo vasco unificado es, sostenía, mucho más reciente, un producto de la modernidad.

En Cantabria hay mucho apellido vasco y por tanto presencia de esa singularidad por el aislamiento tras la Edad del Hierro, aunque el estudio dice que la muestra cántabra ('peri-vasca') revela una afinidad mayor con el resto de los españoles. Evidentemente, la modernización supuso el fin del aislamiento y, dado el bajo índice de natalidad vasco, la singularidad se deshará en flujos genéticos desde el resto de España y del mundo. Se irán volviendo peri-vascos. Nacionalismo sin nacer no puede ser.