Secciones
Servicios
Destacamos
«El matrimonio de sus padres fue una historia de amor sin fisuras y, en su casa santanderina de Castelar número 3 -algarabía de gaviotas, aire salino, luz y cercanía de campanas-, nació ella y nacieron nueve hijos más, y ninguno vino al mundo que ... no lo trajera el gran amor de sus padres». Escribe Medardo Fraile en el prólogo al libro de Angelina Lamelas 'Cuentos de la vida casi entera' (2009) unas palabras que podían haber sido perfecto pórtico para esta nueva obra que Ediciones Valnera acaba de publicar bajo el título 'Personajes de mi vida', una extraordinaria evocación vital de la escritora santanderina, que a su edad, y en medio de la pandemia que sufrimos y que precisamente motivó este texto, ha sentido de nuevo «la llamada del viento sur en días de indómita nostalgia» y ha escrito sobre sus recuerdos, cosa nada rara en su extensa trayectoria literaria.
El confinamiento en Madrid fortaleció la evocación de tantas personas cercanas, fundamentales en su biografía, que aquí ha reunido en cuatro grupos, la familia, amistades, escritores y encuentros, acompañando su palabra por algunas imágenes escogidas. El formato apaisado contribuye a crear la sensación de álbum de proximidades y nostalgias, no exento de informaciones relevantes para quien quiera conocer el contexto familiar y, en fin, biográfico, de la autora, empezando por ese gran profesor de francés que fue Ricardo Olaran Álvarez, su bisabuelo, y ese extraordinario médico, José Antonio Lamelas, que fue su padre; ambos merecerían un buen estudio biográfico para que no corran el cierto riesgo del olvido, pero aquí al menos tenemos su semblanza tamizada por el valioso recuerdo de la escritora, que va recorriendo andanzas familiares, anécdotas y claves referidas a sus abuelos, padres, tíos y hermanos, a las amistades cuajadas por el tiempo y las viejas imágenes.
Desvelar aquí estas páginas puede parecer como abrir un álbum personal que se tiene como bien preciado y por eso es procedente que este comentarista renuncie a hacer una relación de nombres. Por eso y porque aquí se trata de vivencias recordadas, personales, allegadas, que, eso sí, finalmente nos cuentan mucho de una vida plena. No puedo renunciar, sin embargo, y compartiendo en lo que me toca la emoción de la autora, la evocación de dos amigos, Javier Casanueva y Álvaro Pombo. Las páginas a ellos dedicadas son conmovedoras y sinceras y no puedo dejar de compartir el recuerdo de un Casanueva siempre caballeroso y culto, activo vocal del Ateneo, y de un 'Alvarito' Pombo con su fräulein Maria esperando la llegada de sus padres en las proximidades de Comandancia, en una evocación que forma parte de la fértil y muchas veces evocada infancia del escritor. Genial Angelina: «Los críticos hablan de su obra, yo cuento cuando nos reuníamos en la Comandancia. Era el tiempo de buscar piedras bonitas. Luego llegaron las palabras».
Es significativa la contigüidad de estos textos con los cuentos de Lamelas. Alberto Martín Baró, editor, traductor y articulista, afirma en el prólogo a otro libro suyo, 'Carne de cuento', que «la infancia y adolescencia feliz es el fértil sustrato de la creatividad literaria de Angelina y el privilegiado observatorio de la vida, a los que ella ha ido añadiendo vivencias, viajes, encuentros, y siempre fantasía e inventiva».
Estas páginas se desbordan en su capacidad de observación y de ternura, la mirada bondadosa que encuentra en la anécdota un filón argumental, llevada con una gracia narrativa de impulso lírico. El para mí inolvidable Leopoldo Rodríguez Alcalde resumía en su prólogo a otro libro de Lamelas, 'Un sombrero en el zaguán y otros relatos', las características quizá más notables de sus cuentos: «Siempre aprecié en ella una adecuada sensibilidad para concebir y para caracterizar a sus modestos héroes, y es precisamente el tratamiento de tales personajes y de sus situaciones una continua invitación a la dificultad, ya que su reflejo requiere amplias virtudes de observación y de ternura, que por cierto no faltan en sus narraciones [...]».
Las vidas por sí solas no sirven como modelos: solo las historias sirven. El de escritor es oficio de soledades, un encuentro de uno mismo con su pasado, sus recuerdos, sus ilusiones, las verdades y falsedades de su propia visión de las cosas, su capacidad para fabular, para contar y para contarse a los demás. Solo que aquí, en este 'Personajes de mi vida', los nombres son reales, vívidos héroes íntimos del estimulante recuerdo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.