Pesadilla, obsesión y sueño
LA TIERRA DORMIDA ·
Si hace 68 años el soterramiento fue motivo de chanza, y chirigota, hoy es el hazmerreir del Gobierno centralSecciones
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LA TIERRA DORMIDA ·
Si hace 68 años el soterramiento fue motivo de chanza, y chirigota, hoy es el hazmerreir del Gobierno centralBajo el título de 'Pesadilla, obsesión y sueño', la revista local Dobra, publicaba una noticia, en su séptimo número -correspondiente a diciembre de 1953- informando ... de la finalización del soterramiento de la estación de Feve y de la completa urbanización de su superficie. A toda página, y con una gran imagen de su fotógrafo de cabecera, Horacio Bustamante Hurtado, mostraba cómo había quedado la calle Menéndez Pelayo, convertida ya en una larga avenida expedita, una rectilínea vía urbana flanqueada de árboles que permitía a los torrelaveguenses pasear sin obstáculos desde José María de Pereda hasta la orilla del río Saja.
¡Ah, se me olvidaba!, se trataba de una broma de la revista a sus lectores con motivo de la festividad de los Santos Inocentes, fecha de engaños. Joaquín Díez Blanco, su director, encontró el perfecto título: Pesadilla (sueño angustioso y tenaz), obsesión (perturbación anímica producida por una idea fija) y sueño (cosa que carece de realidad, deseo o esperanza sin probabilidad de llegar a ser una realidad). Si hace 68 años, el soterramiento era motivo de chanza, macana y chirigota, no es descabellado pensar que la reivindicación del soterramiento de las vías que roturan la ciudad podría bien retroceder hasta el final del primer tercio del siglo XX, o dicho de otra manera, hasta casi hace un siglo. Cada alcalde que por imposición o votación ha llegado a gobernar Torrelavega, tras la finalización de la guerra civil, ha tenido como objetivo o promesa electoral lograr unir una ciudad que tiene como particular muro de la vergüenza un camino de hierro que divide a los ciudadanos en privilegiados o expulsados del paraíso urbano. Eso, sin olvidar a quienes han muerto en trágicos accidentes bajo las ruedas de un tren. Así lo hicieron -sin ningún éxito- alcaldes franquistas, de la transición, socialistas, populares y regionalistas, todos, ominosamente ninguneados por la Administración central. Con todo tipo de disculpas les han ido despachando, regresando a Torrelavega sin la adjudicación de la obra debajo del brazo.
El soterramiento ha sido la gran superchería del Estado para con Torrelavega, pero nunca, como hasta ahora, tuvimos la sensación de ser, además, su hazmerreir. Que un Gobierno socialista le diga a un gobierno regionalsocialista -en Torrelavega y Cantabria- que en esta ocasión no hay dinero porque quienes gobiernan esta ciudad han metido el lápiz en el proyecto original para mayor ignorancia y gloria, es -cuando menos- deshonroso. El responsable es el alcalde, como cabeza política de Torrelavega, sus cogobernantes socialistas, y sus cómplices peperos -cocineros a baja temperatura- y los retales que forman el resto de una oposición, casi acallada, que sobrevive con sinecuras.
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Ana del Castillo
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