El pesimismo está sobrevalorado

El incremento de la inflación, desconocido para muchas generaciones, tiene como causa principal la guerra y el uso que en la misma hace Putin de las energías (gas y petróleo) y los cereales. Esto ha llevado a los gobiernos de Europa a tomar medidas para tratar de paliar sus efectos. En España alcanzan la cifra de 25.000 millones para ayudar a familias y empresas. Sin embargo, hay dudas sobre su efectividad porque dependerá de la evolución y duración de la guerra. Por eso hay preocupación hacia el futuro inmediato.

Pero una cosa es la preocupación y otra predicar el catastrofismo, realizado por algunos con tanta saña que parece que lo están deseando. Centrándonos en España conviene saber donde estamos y analizar las expectativas de nuestra economía.

España tiene 20,3 millones de afiliados a la Seguridad Social, millón y medio más que cuando Pedro Sánchez llegó al gobierno. Hay problemas en algunos sectores para cubrir los puestos de trabajo ofertados. La tasa de desempleo se ha reducido tres puntos, la de desempleo juvenil lo ha hecho en seis. Los contratos indefinidos suponen ya casi la mitad de todos los realizados, frente a sólo el 10% anteriormente. El salario mínimo pasó de 735 euros/mes a 1.000 sin dejar de crear empleo, justo lo contrario de los que pronosticaban entonces, y ahora, la catástrofe. La pensión media de jubilación ha crecido un 16%. El PIB del turismo se situará a final de año solo dos puntos por debajo del dato histórico alcanzado en 2019. Estos son hechos reales después de una pandemia en los cuales supongo que algo tendrán que ver las medidas del gobierno.

Vamos con las expectativas. La Comisión Europea ha revisado las previsiones para este año y el próximo del conjunto de los países miembros. Para España prevé una inflación en 2022 del 8,1, ligeramente por debajo de la media de la UE. Para 2023 la sitúa en el 3,4 ahora claramente mejor que la media comunitaria. En cuanto al crecimiento, estima que España crecerá este año un 4% y en 2023 lo hará un 2,1%. En ambos casos el crecimiento más robusto de los grandes países de la Unión. La Comisión confirma una fuerte desaceleración en el continente, pero no atisba un escenario de recesión ni para el conjunto de la Unión, ni para la eurozona ni mucho menos para España. Contempla un crecimiento menor pero aún robusto, condicionado a la evolución de la guerra y sus efectos.

El panorama es incierto y la responsabilidad de los gobiernos es tener previstas medidas para paliar la situación, siendo conscientes de que no dispone de todos lo resortes para atajar la causa principal: los efectos provocados por la guerra de Putin.

Pero la misma responsabilidad que se le exige al gobierno hay que reclamarla a las fuerzas sociales para alcanzar un acuerdo de rentas: Salariales y de beneficios. Buen momento, por cierto, para que las grandes corporaciones muestren su responsabilidad con la sociedad de la que obtienen beneficios extraordinarios. A las fuerzas políticas, en especial al PP, es reclamable una alternativa seria y sólida (una bajada indiscriminada de impuestos no lo es) y menos ruido. Es lamentable la respuesta dada a la batería de propuestas del gobierno. Frente a ellas al principal partido de la oposición, ¿solo se le ocurre resucitar a ETA y una retahíla de descalificaciones?

Si uno predica la catástrofe por venir, lo lógico, lo sensato, lo responsable y lo patriótico es que se apunte a intentar evitarlo.