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Mi pícnic

CONTRA LAS CUERDAS ·

Mario Cerro

Santander

Martes, 22 de septiembre 2020, 07:07

Mientras espero a que alguien me coja el teléfono en el centro de salud puedo hacer infinidad de cosas. Desde este comentario a una tortilla ... de patatas, que yo también quiero ir de pícnic. Lo tengo todo preparado. Los ingredientes perfectos: patatas nuevas de la huerta, cebollas del mismo lugar, huevos de las gallinas del abuelo, aceite de oliva virgen extra recién llegado de Úbeda y mucho cariño por delante. Antes de pelar las patatas, vamos a por la segunda llamada. Nada, no cogen. Así que empecemos. ¡Qué materia prima! ¡Qué patatas! ¡Qué cebollas! A la sartén y que se vayan haciendo poco a poco. Esto va a ser una obra de arte. Tercera llamada. Tampoco. «El personal está desbordado. No hay más del 50% en los centros de salud», leo. Pues me da tiempo de batir los huevos. ¡Y qué huevos! Esto marcha. Ya están doraditas estas patatas. Hora de mezclarlo y a dejar que reposen un poco. Mientras tanto, a por la cuarta llamada. Comunica de nuevo. Pues nada, a rematar la faena. A la sartén otra vez y en breve a darla vuelta. Tictac, tictac... A la de una, a la de dos y a la de tres. ¡Qué pintaza! Y otra vuelta. ¡Olé con mi tortilla! Atención, que me llaman. Falsa alarma. No es del centro de salud. Es para prestarme 30.000 euros, que me los dan ahora mismo si quiero. ¡Qué generosa es la gente! ¡Cuánta solidaridad! A ver quién le presta al Gobierno la pasta para pagar el agujero que dejará el covid.

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