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La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las variantes de covid-19 que circulan en China «no van a tener un impacto significativo» ... en Europa, puesto que llevarían ya meses entre nosotros. Así lo aseguró ayer el director general para la región europea, Hans Kluge, coincidiendo con la posición del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC). Sin embargo, ni el cuidado al que está obligada la OMS al valorar la verosimilitud de los datos epidemiológicos, sanitarios y de causas de fallecimientos en China puede ocultar la desconfianza que suscita la opacidad de las autoridades de Pekín, existiendo pruebas de que solo reconocen uno de cada 550 casos de infección. Por lo que cabe suponer que, aun manteniendo muy serias reservas ante la información facilitada por el régimen de Xi Jinping, con recientes llamamientos públicos por parte de Tedros Adhanom Ghebreyesus y de Michael Ryan para que mejore, tanto la OMS como el Centro Europeo entienden que ello no afecta al seguimiento de las características de las variantes. Certidumbre que los responsables de la organización para Europa no acabaron de explicar ayer, mientras veían lógico que los distintos países adopten medidas de prevención, aunque solicitaban que se basen en la ciencia, sean «proporcionadas» y «no discriminatorias». El mensaje de la OMS es tranquilizador, pero probablemente contribuya a que pase más desapercibida su insistencia en «anticipar, detectar y responder» a los riesgos que puedan surgir con una mayor vigilancia genómica y el análisis de aguas residuales.
En lo que la expansión de las infecciones en China y la subvariante de ómicron XBB.1.5, detectada en Estados Unidos, sirvan para sensibilizar a la población, es importante que las autoridades europeas -incluidas las españolas- reiteren los llamamientos a completar y reforzar la vacunación y al uso de las mascarillas en el transporte y en interiores concurridos. Aunque la covid haya perdido virulencia, la infectividad de una variante como la XBB.1.5 no solo comporta un riesgo para la salud de las personas vulnerables, sino que incrementa la presión sobre un sistema sanitario ya saturado y, en esa medida, puede afectar también a pacientes libres de esa infección en tanto que se vean relegados en la atención sanitaria. Pero la eficacia de la respuesta siempre dependerá de la información disponible, y por ello es imprescindible que la OMS se asegure el compromiso a ese respecto también de China.
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