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En una era completamente fría, donde los besos se mandan a través de FaceTime, donde las familias se reúnen unidas y separadas por los móviles. En una era, donde las personas se conocen a través de las pantallas, tan lejos del piel con piel, tan ... lejos de los ojos que se miran de frente. En una era, donde la comunicación no conoce las cartas escritas, prácticamente desconoce las caricias cercanas ni las voces que susurran. Donde todo y todos los sentimientos humanos, se han transformado en algo robótico y lejano.
En esta era, en la era de la innovación, del crecimiento médico, de las sofisticadas pruebas cada vez más sensibles para el diagnóstico de nuestros pacientes. En esta era donde la medicina se centra en el diagnóstico, en las pruebas complementarias, en las pantallas de ordenador y en los informes.
En esta era, en la que los ordenadores y las máquinas han alcanzado prácticamente al mismo nivel y la misma importancia que el médico. En esta era, quiero hacer una llamada de atención al mundo sanitario y recordarnos para qué estamos aquí.
Elegimos una profesión centrada en el paciente, centrada en las personas. Ellos son el motivo y la razón de nuestro trabajo. No lo debemos olvidar. Como personas que son, debemos ser cercanas y empáticas, y más aún estando como están: enfermas, asustadas, desanimadas, tristes, perdidas y desvalidas.
Debemos explicarles las cosas con paciencia, con respeto, con claridad. Acercarnos al paciente, todo lo que esta nueva era pospandemia nos permita. Debemos mirar a los ojos y conectar con ellos, lo mismo que ellos contactan con nosotros, buscando respuestas, comprensión y compasión. Debemos sentir el piel como piel, a través de unos guantes o sin ellos, tienen que sentirnos cerca; pues ahí es donde debemos estar.
Y no perder esa esencia tan nuestra y que convierte nuestra profesión en la mejor profesión del mundo. Nuestra máquina que arreglar son los seres humanos, con todas sus diferencias y matices, con toda su complejidad y dificultad.
Esto es un llamamiento a recuperar y a no olvidar la humanidad del personal sanitario como parte fundamental y básica de nuestro trabajo. El mejor del mundo.
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