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Recientemente, El Diario Montañés se ha hecho eco de la inquietud que reina en los pueblos altos de la región y de la preocupación de sus alcaldes, ante el notable aumento en los ataques del lobo a animales domésticos y su aproximación a los núcleos ... urbanos; temiendo que las personas puedan acabar siendo víctimas de tales ataques.
Y con el fin de contrastar dicha posibilidad, este mismo periódico ha recabado posteriormente la opinión de tres expertos en lobos. No se nos ha informado sobre las credenciales que los avalan, ni en qué universidad, institución científica o servicio técnico ejercen su actividad. Sólo que dos de ellos están vinculados a organizaciones ecologistas y el otro es biólogo. Estos expertos han sido taxativos en su veredicto: es imposible que el lobo ataque a las personas. «Es un riesgo ficticio, fantasma»; «No es que el riesgo sea escaso, es que no existe», afirman.
Esta conclusión la aderezan con argumentos como: «Ya está bien de decir sandeces y estupideces para alarmar a la población, no estamos en el cuento de Caperucita Roja»; «No hay registro ni datos recientes de ataques, ni en España ni en toda Europa, en el último siglo. Que algo no haya pasado nunca es ya bastante indicativo de que no es tan probable», llegando uno de ellos a proclamar que «a una persona que insinúa que estos mamíferos pueden entrañar algún tipo de peligro para los humanos le falta conocimiento, seriedad y sentido común».
Tales aseveraciones me resultan sorprendentes. En primer lugar, por lo irrespetuoso de sus formas, llegando incluso a la descalificación. Impropias del sosegado y objetivo análisis técnico que se espera de un experto, en cualquiera que sea la materia y más típicas de la intolerancia que suele brotar de cualquier credo llevado al extremo. Por otro lado, me choca mucho su conclusión, ya que en biología las cosas no suelen ser blancas o negras. Siempre hay matices y excepciones. Además, contradice lo que yo he vivido, que muchos de aquellos que pasan de los 60 años seguramente recordarán.
Ocurrió el día 4 de julio de 1974, en la comarca gallega de San Cipriano de las Viñas (Orense): un lobo mató un niño. Y sólo una semana después, mató a otro. Este suceso tuvo especial repercusión aquí, en Cantabria, ya que José Gutiérrez Gutiérrez, 'Pepe el de Fresneda', por aquel entonces guarda mayor de la Reserva Nacional de Saja, fue requerido por las autoridades para dar caza al cánido, lo que hizo exitosamente acabando con la amenaza. Ahí está la hemeroteca para confirmarlo. Y ¿fue este un caso aislado?
No soy un experto en lobos, pero me desenvuelvo aceptablemente cotejando literatura científica. Y tampoco es necesaria mucha pericia para entrar en Internet e introducir en el buscador las palabras wolf (lobo), attack (ataque) y human (humano). Y, entre muchos resultados, aparece en la popular Wikipedia esta lista: (https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_wolf_attacks#) donde se recogen centenares de ataques de lobos a humanos durante los últimos siglos, debidamente referenciados. Cabe resaltar que, sólo en el año 2023, en Europa, se registraron 3 ataques, acontecidos en Italia, Holanda y Alemania.
Habrá quien cuestione la fiabilidad de Wikipedia, pero la misma búsqueda, en fuentes más especializadas como la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (https://www.ncbi.nlm.nih.gov), arroja resultados similares: decenas de entradas sobre ataques de lobos a personas. Entre estas, quisiera resaltar la siguiente: Linnell, J. D. C., Kovtun, E. & Rouart, I. 2021. Wolf attacks on humans: an update for 2002–2020. NINA Report. Norwegian Institute for Nature Research (https://hdl.handle.net/ 11250/2729772). Este trabajo del Instituto Noruego de Investigaciones sobre la Naturaleza (NINA), es una recopilación de casos demostrados de ataques de lobos a humanos en todo el mundo, durante el período 2002-2020 y en él se recogen un total de 491 ataques, 6 de ellos en Europa y 26 con resultado de muerte.
En dicho trabajo, se indica que, en un número significativo de casos, los ataques fueron precedidos por un comportamiento de habituación del lobo al medio antropizado. Es decir, ataques de lobos que, paulatinamente, fueron perdiendo el miedo a los humanos y se fueron acercando, progresivamente, a los núcleos urbanos. Dicho informe, recomienda la adopción de medidas preventivas cuando, repetidamente, se observe a un lobo a menos de 30 metros de casas habitadas. No obstante, una de las conclusiones de este estudio es que, en Europa, la probabilidad de que ocurra un ataque de lobo a personas es muy baja, pero enfatizando que 'muy baja' no significa 'inexistente', tal y como alegremente pontifican nuestros expertos.
No es mi intención avivar la eterna polémica sobre el lobo, sino llamar la atención sobre lo que todos debemos exigir en sus declaraciones a quienes se consideran expertos en cualquier materia; que se resume en tres erres: respeto, responsabilidad y rigor. Respeto exigible a cualquiera, más aún a quienes por su formación, conocimiento y experiencia, deben servir de guía a los demás. Responsabilidad, teniendo en cuenta que lo que se dice o se omite, puede tener consecuencias. Rigor en las afirmaciones que, siempre, deben estar basadas en datos fidedignos y objetivos y guiadas por la razón, no por la pasión. En su ausencia, es muy recomendable la prudencia ya que, hoy día, toda la información está disponible para cualquiera a un clic de ratón y es muy fácil quedar en evidencia.
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