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El pasado 12 de diciembre, el Gobierno central respondía a una pregunta parlamentaria del senador Carles Mulet, del grupo 'Izquierda confederal', en la que éste le instaba a la desaparición de la 'pirámide de los italianos, el monumento funerario que domina la subida al puerto ... del Escudo por su cara sur desde 1939 y que presidía el cementerio que albergaba los cuerpos de los militares italianos caídos en la campaña del Norte durante la Guerra Civil. En su respuesta el ejecutivo manifestaba la intención de incluir esa construcción en el 'Catálogo de símbolos y elementos contrarios a la memoria democrática', previsto en la nueva ley aprobada en octubre. Un hecho que constituye el paso previo a su destrucción, ya que únicamente podrán esquivar esa suerte los elementos considerados contrarios a la memoria democrática que tengan la categoría de bienes integrantes del patrimonio histórico español; algo con lo que no cuenta la edificación situada junto al alto de Venta Nueva, en el municipio burgalés de Valdebezana, a apenas 150 m del límite con Cantabria. Se encuentra, pues, la pirámide completamente desprotegida y abocada a desaparecer, merced a un curioso cambio de parecer gubernativo, pues a la misma –e insistente– pregunta del político valenciano se había respondido ya en febrero, en un tono mucho más mesurado y abogando por la relectura y la resignificación de un monumento que cuenta con suficientes elementos artísticos e históricos –estudiados, entre otros autores, por D. Vaquero o J. M. Muñoz– como para merecer seguir en pie. Los porqués de esa nueva postura se me escapan, aunque sospecho que, tristemente, tengan que ver con la necesidad de apoyos parlamentarios y el consiguiente 'cambio de cromos' políticos.
Así las cosas, parece que la única manera de evitar el derribo del mausoleo del Escudo es su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), convirtiéndose con ello en parte del patrimonio histórico español. Urge, por tanto, realizar la solicitud a la autoridad competente, la Junta de Castilla y León, a título particular o –lo que sería mucho más efectivo– desde las propias instituciones. En el caso del consistorio de Valdebezana me consta que ya se está trabajando en ese sentido, pues se trata no sólo de un elemento que forma parte de su historia reciente sino del monumento más visitado del municipio y, probablemente, de toda la comarca de Las Merindades. Y eso estando en el lamentable estado de ruina y abandono en el que languidece desde hace décadas, cuando los cuerpos inhumados a su alrededor y en su cripta fueron trasladados a Italia o al Sacrario Militare Italiano de Zaragoza.
Si atendemos a las propias características de la pirámide, esa declaración como BIC no debiera resultar demasiado complicada, ya que es un monumento único en su género en España y cuyos referentes más cercanos son algunos de los cementerios militares italianos levantados para contener los restos de los soldados caídos en la Gran Guerra. Estéticamente combina elementos de raigambre clásica con otros propios de las vanguardias de principios del siglo XX, en una amalgama muy del gusto totalitario y que se refleja perfectamente en él. De hecho, su propia configuración como pirámide escalonada, una característica que lo convierte en algo excepcional en todo el registro material relacionado con la Guerra Civil, se debe a esa doble influencia. Y desde el punto de vista histórico y arqueológico, se trata del más llamativo de los numerosos vestigios directa o indirectamente relacionados con la Batalla de Santander que aún perduran en esa zona de la frontera entre Cantabria y Burgos, entre los puertos del Escudo y La Magdalena y en las lomas que descienden hacia Ahedo y Soncillo, donde se localiza un campo de batalla tan excepcionalmente conservado que podría decirse que ha quedado 'fosilizado' desde hace 85 años.
Kilómetros de trincheras excavadas en tierra y roca, restos de nidos de ametralladoras, blocaos, abrigos y posiciones, muchas de ellas conteniendo decenas de inscripciones y grafitos de la época; incluso los cráteres de las bombas arrojadas por la Aviazione Legionaria y disparadas por los cientos de piezas de artillería del CTV italiano implicadas en el ataque dan fe de los terribles sucesos que allí tuvieron lugar. Sucesos que, aunque ocurrieron en gran parte fuera de los límites de la entonces provincia de Santander, lo hicieron en territorio controlado por el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, un organismo exclusivamente montañés y que constituyó una especie de precedente de nuestro gobierno autonómico actual; si bien es cierto que forzado por las circunstancias bélicas.
Como montañeses fueron quienes construyeron las estructuras defensivas del puerto y sus alrededores y también buena parte de los que en ellas intentaron detener el asalto italiano entre los días 14 y 16 de agosto de 1937. Junto a ellos también participaron en la defensa de ese frente unidades asturianas y vascas, en un ejemplo de lucha conjunta de los tres territorios del norte republicano. Se trata de un momento trascendental en la historia reciente de Cantabria, ya que la toma del puerto por la división 'Fiamme Nere' contribuyó decisivamente a abrir a las tropas sublevadas el camino a Santander, que caería el día 26. Es por ello que en la exposición temporal 'Frente Norte. Arqueología de la Guerra Civil Española en Cantabria', que se puede ver en el MUPAC hasta el 22 de enero, hemos querido recordarlo mediante un gran mural, obra del ilustrador Antonio Gil, en el que se recogen esos combates con sus pertinentes explicaciones. Y es por ello también que la situación en la que se hallan tanto la pirámide como todo su entorno necesitan, junto a la obvia de las de Castilla y León, la actuación rápida y decidida de las instituciones cántabras. ¿Cómo? Pues dando los pasos necesarios para la creación de un parque histórico-arqueológico, gestionado por las dos comunidades autónomas, que ponga en valor todos esos restos de los combates por El Escudo y sirva para explicar la Batalla de Santander. Y en el que la 'pirámide de los italianos', convenientemente despojada de su carga ideológica fascista y resignificada dentro de unos parámetros actuales y estrictamente democráticos, se convierta en un pequeño centro de interpretación de todos esos hechos históricos en el que también se expliquen su origen, las circunstancias que motivaron su construcción y las características que la hacen única en su género.
Un parque arqueológico como ése que se propone en estas líneas, a caballo entre Burgos y Cantabria, con el mausoleo militar italiano declarado BIC y convertido en centro de interpretación, no sólo supondría una decidida e innovadora apuesta por el turismo bélico y de los campos de batalla –en auge en toda Europa desde hace décadas y cada vez con mayor proyección– en una zona donde la despoblación asociada a la falta de oportunidades laborales avanza sin freno desde hace ya muchos años, sino que se convertiría en uno de los principales hitos de la ruta turística y cultural que se lleva tiempo proyectando –y promocionando– sobre el trazado de la antigua Nacional 623, la carretera que une las ciudades de Burgos y Santander. Aunque pueda parecer paradójico, la amenaza de destrucción que se cierne sobre el monumento supone una oportunidad única para el futuro tanto de la propia construcción como de su entorno inmediato. Y es tarea de todos, empezando por las autoridades municipales, comarcales, provinciales y autonómicas de Valdebezana, Las Merindades, Burgos, Castilla y León y Cantabria, aprovecharla y convertirla en una realidad que atraiga visitantes, cree empleo y fije población a ambos lados de la cordillera. Algo que sin duda sentaría un precedente para futuras colaboraciones interterritoriales en la puesta en valor y gestión de los numerosos activos histórico-culturales y naturales compartidos entre el sur de Cantabria y el norte de las provincias de Burgos, Palencia y León. Dejarla escapar, permitiendo el derribo de la pirámide y perpetuando el abandono de los restos de la Guerra Civil que la rodean, sería un error imperdonable a estas alturas. Y por eso hay que actuar ya. Luego será muy tarde.
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