Un plan para Cataluña

La realidad es que no solo Cataluña está partida por la mitad sino que el propio independentismo se ha dividido en dos partes iguales, un escaño de diferencia entre ERC y Junts (?) y estos últimos divididos entre sí. Esta es la situación que, no importa quien gobierne, el gobierno de España debe aprovechar para volver a meter al independentismo en su burbuja. Hoy el independentismo tiene dos proyectos enfrentados para realizar su imposible sueño, el de ERC y el de la ANC (la plataforma civil de Jordi Sánchez). El gobierno español tendría que desarrollar dos estrategias perfectamente diferenciadas para hacerlos frente ahondando sus diferencias. La estrategia que está aplicando el gobierno inglés ante la iniciativa independentista de Escocia es modélica.

La estrategia de ANC es de enfrentamiento frontal. Plataforma civil sin responsabilidades de gobierno, se enfoca exclusivamente en movilizar a sus bases promoviendo la desobediencia abierta, el bloqueo institucional y la construcción de un entramado de resistencia; atacando a los agentes que dificulten o imposibiliten su proyecto. Prohibir a sus ayuntamientos la contratación de servicios o la compra de insumos a compañías no catalanas, boicot popular a los productos españoles y negativa a pagar impuestos nacionales. Vetar el desempeño de cargos cívicos o sociales a los candidatos no independentistas, desde en asociaciones vecinales hasta en centros educativos y asociaciones profesionales, deportivas o gremiales. La estrategia del gobierno habría de ser la imagen del espejo de todo lo antedicho, empezando por educar a la población sobre las consecuencias penales de esos actos y aplicación rigurosa de la ley a quienes la transgredan. En paralelo, acciones contra programadas: protección y apoyo sustantivo a los candidatos vetados y a las empresas boicoteadas, dejando muy claro que es más lo que Cataluña vende a España que lo que compra de España, así como apoyo a las instituciones no declaradamente independentistas.

La estrategia de ERC es la del independentismo escocés. Básicamente, un referéndum de autodeterminación pactado con el gobierno (esto es, renuncia a la vía unilateral) a lo que hay que añadir la libertad de los políticos presos, problema que hoy por hoy no tiene Escocia. Por otra parte ERC se propone aplicar un programa económico socialdemócrata, como forma de cooptar a los catalanes periféricos que nunca han votado a los independentistas y hoy constituyen el grueso del electorado del PSC y los Comunes. Aquí es donde la estrategia del gobierno español debería parecerse a la del gobierno inglés, que ha cogido el toro por los cuernos y va varios pasos por delante.

En 2003 La izquierda prendió las calles y convirtió la guerra de Irak en la tumba de Aznar, la derecha está hoy dispuesta a hacer lo propio pero para convertir el indulto en la tumba que Sánchez. En nuestra política hay cosas que, o se hacen de consuno entre PP y PSOE o pagas hasta el último céntimo de las consecuencias. Aznar se inmoló y lo mismo habría de hacer Sánchez si sigue adelante con el indulto. Aznar creyó que le saldría bien pero el resultado de la guerra fue tan desastroso que no tuvo salvación posible, Sánchez cree que será capaz de lograr la cuadratura del círculo. Sobre el papel el indulto parece una buena jugada: atender una demanda que reclama gran parte de la sociedad catalana, a la vez que se le quita la principal baza emocional al independentismo; pero en la práctica supondría caer en un error comparable a la formación del gobierno Fránkenstein. Esto le ha costado Madrid, el indulto tendría el mismo precio pero a escala nacional.

El gobierno puede y debería colaborar con la Generalitat en todos aquellos proyectos que restauren el deplorable estado en que se encuentra Cataluña. Dejando muy claro que esas ventajas que Cataluña obtiene por ser una autonomía española es justamente lo que está en juego si se decanta por la independencia. Y que se olviden del acceso a la UE porque ese precedente sería fatal. Estrategia del palo y la zanahoria que ya están aplicando los ingleses: un referéndum de autodeterminación es potestad del gobierno y Johnson no está por la labor; lo que Inglaterra compra a Escocia es más que a la inversa, los aranceles les rendirían incompetentes. Inglaterra es, por otra parte, un mercado mucho más importante para la UE que Escocia.