Fuera de plano

El Ayuntamiento de Santander está reñido con el oeste y el sur. En los planos callejeros que distribuye Turismo falta toda la parte occidental y meridional de la ciudad, los populosos barrios que han ido creciendo en los últimos años, activos, comerciales, industriales, residenciales. De ... norte a sur, el plano corta verticalmente desde Monte-Corbanera, Foramontanos, La Gloria, avenida del Deporte, Campogiro hasta La Remonta y la S10, obviando lugares tan emblemáticos, activos y poblados como El Alisal, El Campón, Peñacastillo, El Empalme, Once de Noviembre, Candina, Nueva Montaña Quijano, Valle Real, Parayas, Raos. Estos, y otros enclaves circunvecinos, no existen en el plano de la ciudad de Santander, de la que quedan fuera de plano (o del plano). Claro está que por su condición de 'no turísticos'. Lo que habría que matizar. Porque en las rutas turísticas que ofrece la ciudad no deberían faltar las termas romanas y necrópolis medieval de San Juan de Maliaño. Adonde deberían ser invitados a ir los turistas que llegan a Santander por vía aérea. A mano del Seve, queda indicado el conjunto histórico. Tan sorprendente. Con una sola caminata, cuatro pasos mal contados, se pasa del hoy al ayer. Del desquiciante mundo de los aviones, los trasbordos, las aduanas, los pasaportes, los altavoces bilingües y los aeropuertos al apacible mundo de la historia, dormida en su eterna paz. Veinte siglos subyacen en este apretado conjunto histórico, fuera del plano turístico de Santander, concentrados en la antesala del camposanto local. Apenas traspasar el portón de entrada, se ofrece a la contemplación el Tepidarium, perteneciente a la época fundacional de las termas. Llegar a Santander y encontrarse de buenas a primeras con restos romanos es promisorio. Como lo es cuanto concierne al cementerio medieval, con tumbas de lajas de caliza. Vivir en Santander y no conocer tan preciado reducto del pasado es sencillamente imperdonable.