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Los pamplonicas entonan cuando se acaba San Fermín el Pobre de mí y Serrat cantaba «Vamos bajando la cuesta / que arriba en mi calle / se ... acabó la fiesta». El domingo, el Capítulo de la Cofradía del Hojaldre, la Gala Floral y los fuegos artificiales culminaron unas fiestas más esperadas que nunca, asoleadas y musicales. Durante muchos años, finalizaban el 24 de agosto, día en que se conmemoraba la entrada de las llamadas Fuerzas Nacionales en la ciudad en el 36. Creo que fue Manuel Teira, al frente de la primera Corporación democrática, quien suprimió tal coincidencia. Para entonces ya se estaba extendiendo la denominación de Semana Grande como llamaban los vascos a sus fiestas. Se acababan las ferias, se acababa el mes y ya casi el verano. En las verbenas no sobraban un fino jersey o una rebeca. Algunos estudiantes miraban el calendario y pensaban en los inminentes exámenes de septiembre y, poco más tarde, la vuelta a las aulas. Ahora no. No hay pruebas en ese mes. En cualquier caso, parece que se produce un pequeño vacío. Se despide a familiares y amigos que nos acompañaron estos días de alegría y evocación de estampas de la memoria. Hasta Navidades, decimos. Hasta algún 'puente' próximo, quizás, contestamos. ¿Los hay? Y nos ponemos a pensar en el curso que tenemos por delante, en la continuidad de proyectos que nos ocupaban. En otros que nos han sugerido. Seguir paseando como lo hacíamos los días de verano por la orilla de la playa (La Viesca y la Ronda son una tentación) y hacer ejercicio, matricularnos en los ofertas de tantos cursos y talleres que se ofrecen (reglados o no), estudiar ese idioma que tenemos como asignatura pendiente, sumarnos a una de las muchas agrupaciones corales de la ciudad tan necesitadas de nuevas voces...ir al cine, a los conciertos... y leer, siempre un libro cerca.

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