Podemos necesita un chute
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El programa de la candidatura de Íñigo Errejón en Vistalegre 2, hace ya cuatro años, se titulaba 'Recuperar la ilusión'. Esta misma semana, Pablo Iglesias ... lamentaba el portazo de Más Madrid a una candidatura conjunta: «Habríamos despertado mucha ilusión». Anteayer mismo, Pablo Echenique llamaba a aprovechar «la ola de ilusión» que ha supuesto la decisión del vicepresidente de enfrentarse a Ayuso. A riesgo de desgastar tanto la palabra que pierda todo su sentido, Podemos parece atrapado en una adicción crónica a los chutes de ilusión. La rutina de despacho, la gestión, gobernar al fin y al cabo, no inyecta la suficiente adrenalina para un partido todavía adolescente e hijo de los tiempos del aquí y ahora, del consumismo rápido, de la alergia al aburrimiento. Aquí, en Cantabria, también ocurre. La arriesgada jugada de Iglesias se ha traducido como un gesto motivacional. «Hacen falta resultados para ilusionar (otra vez) y Madrid puede ayudar porque es una plaza muy fuerte. La gente necesita motivarse», explican desde La Moraduca.
¿Acaso no es suficiente ilusión haber llegado a La Moncloa? Sí y no. Hace solo dos años era impensable imaginarse a Podemos pisando la moqueta, pero han bastado 14 meses de gobierno para darse cuenta de que están más cómodos con el traje de oposición. Es más fácil criticar que construir, pero no es solo eso, en el ADN morado está la batalla contra el poder establecido, no la convivencia con él. A eso hay que sumarle la decepción de las últimas citas electorales -Cataluña, por ejemplo- y la percepción de que todas las medallas se las acaba colgando Pedro Sánchez. A Podemos Cantabria ya le suena esta melodía. El presidente está abduciendo el trabajo de Pablo Iglesias igual que Miguel Ángel Revilla hizo en su día con Lola Gorostiaga y Eva Díaz Tezanos. «Suele pasar en los gobiernos de coalición, el grande se come al pequeño», recuerdan desde el partido.
Con solo un concejal en Castro y otro en Bezana, y expulsados del Parlamento donde lograron tres diputados en su estreno electoral de 2015, Podemos Cantabria asiste al terremoto nacional mientras intenta asentarse en los municipios. Lo que le faltó hace cuatro años y también hace dos, cuando perdió al 65% de sus votantes en una sola legislatura llena de traiciones internas, denuncias entre diputados en los tribunales y acusaciones de todo tipo. El partido ha barrido la casa y ahora, aunque la imagen externa sea de debilidad, su implantación en los ayuntamientos ha crecido. En 2019 apenas se presentaron en 13 municipios. Ahora aseguran que podrían llegar a los 30 en un escenario conservador y a los 45 siendo optimistas. «Es muy complicado hacer de futurólogos con una política que cambia tan rápido pero tenemos la madurez y la responsabilidad que antes faltaban», aseguran desde la dirección. Y, por su bien, que tampoco les falte ilusión.
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