Secciones
Servicios
Destacamos
Podemos Cantabria ha dado esta semana grandes pasos hacia la apoteosis de su ruina política. El lunes materializó en el Parlamento la explosión de su grupo, perdió el puesto que tenía en la mesa de gobierno en la Cámara, sus tres diputados se desperdigaron por ... el hemiciclo, votaron distinto a favor y en contra del Gobierno y luego se pusieron a parir por los altavoces de las redes sociales. El espectáculo parlamentario sirvió de preámbulo al inicio, el jueves, del proceso judicial que debe dirimir las primarias electorales paralizadas, con varios de sus protagonistas enfrentados por un caso de acoso laboral. Ni los peores enemigos de Podemos habrían dibujado un paisaje tan sombrío como el que se cierne sobre el partido morado a sólo quince semanas de las elecciones.
El conflicto de los podemitas cántabros alcanza cotas más altas todavía que el que sostienen las facciones de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. En el caso de Madrid, por lo menos, les hay que piensan alguna vez en el interés general, en que a lo mejor no queda más remedio que negociar candidaturas, que a veces es mejor un mal arreglo que un buen pleito, que la división garantiza el fracaso en las elecciones inminentes. En Cantabria esa reflexión contemporizadora hace mucho que no se ve por ningún lado, ya nada importa más que la destrucción del enemigo. Naturalmente, el intenso debate en torno a un nuevo modelo social, económico y de acción política que alumbraron el nacimiento y los primeros tiempos del partido han desaparecido en el fragor de la batalla interna.
El proceso judicial en marcha, con juicio el 7 de marzo, no se sabe ni cómo ni cuándo se resolverá, así que el margen para la recuperación de las primarias electorales en el ámbito autonómico es estrecho. Parece más probable que sea la comisión gestora nombrada por la dirección nacional del partido tras la crisis que dio lugar al cese de la secretaria general, Rosana Alonso, la que tutele la campaña y las candidaturas.
La diputada regional Verónica Ordóñez, aspirante en las primarias suspendidas y portavoz del partido en el Parlamento, tiene el apoyo del aparato, pero habrá que ver si finalmente se convierte en candidata. No sólo entre sus detractores, también entre los más afines, se extiende la idea de que en esta crisis de las denuncias por acoso laboral, de las grabaciones a escondidas y del escándalo permanente, Ordóñez se ha quemado tanto como sus enemigos: José Ramón Blanco, el diputado denunciado por tres mujeres, el también diputado rebelde Alberto Bolado, y en menor medida la exsecretaria general Rosana Alonso y los personajes secundarios.
Llegado el caso, la gestora, en la que tiene gran peso la que fuera exconsejera socialista Rosario Quintana, tendrá que tomar decisiones. En el actual clima de deterioro general y de hostilidad entre los bandos no es fácil encontrar gente dispuesta a lanzarse al ruedo electoral ni dentro ni fuera del partido. Entre las ideas que se manejan está la de buscar un candidato independiente, capaz de suscitar un cierto grado de consenso interno y de inyectar estímulo a un partido en caída libre. De la desmovilización causada por la larga guerra interna da idea la escasa participación en las primarias electorales de Santander, el círculo teóricamente más importante: apenas un centenar de votos, dos tercios para la ganadora, la oficialista Lydia Alegría, y el resto para el crítico José Manuel Fernández.
La guerra interna dificulta también la confluencia electoral de izquierdas. En las elecciones generales de 2016, un Podemos todavía vigoroso copó las listas y dejó a IU los puestos de la basura. Ahora, consciente de su debilidad, es más generoso, En los contactos iniciales, Podemos se reservaba el número uno de la candidatura regional, pero ofrecía a IU los dos puestos siguientes. Para qué engañarse, tampoco hay mucho que negociar. Sin embargo, en Izquierda Unida se muestran escépticos e incluso reacios al acuerdo. No es que les vaya a ir bien si van solos a las urnas, pero tampoco creen que les merezca la pena concurrir con un compañero de viaje tan deteriorado.
La duda es si Podemos, con o sin IU, estará en el Parlamento la próxima legislatura o se quedará fuera. En las autonómicas de 2015 en las que compitieron por separado, Podemos se hizo con el 8,9% de los votos y consiguió tres diputados, IU apenas llegó al 2,54 % y se quedó en blanco. Ahora se trataría de que con la fuerza que le quede a la marca morada y lo que pueda aportar su hipotético aliado alcancen el umbral del 5% de los votos que asegura la representación parlamentaria y un par de escaños.
En el plano municipal, donde Podemos se estrenará con sus propias siglas, el panorama tampoco es alentador, salvo alguna excepción. En Santander, la sociedad de cuatro grupos de izquierda, largamente fraguada por sus dirigentes, tiene visos de estar presente en la próxima Corporación y hasta con posibilidades de influir decisivamente en la gobernabilidad de la capital.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.