En el retorno a la actividad parlamentaria, tras la larga pausa navideña, Gobierno y oposición ya no es que no se pongan de acuerdo, sino ... que ni siquiera hablan el mismo lenguaje político. Revilla comparece para explicar la remodelación del Gobierno como un encaje de bolillos en la cúpula regionalista y pasando de puntillas por la pandemia, mientras que la oposición dispara a discreción contra el consejero de Sanidad por su responsabilidad en lo que perciben como un fracaso en el proceso de vacunaciones. Definitivamente, el espíritu de consenso político que imperó en 2020 se diluye sin remedio.
El Gobierno regional disfrutó durante diez meses del último año, a lo largo de las dos primeras oleadas del virus, de una oposición amable, con el PP receptivo a las ofertas de consenso de Revilla esperando en vano a que rompiera con el PSOE, con Ciudadanos en busca de una cuota de protagonismo en la negociación presupuestaria y hasta con un Vox menos incisivo de lo que tiene por costumbre.
Así que cerrado el año con la aprobación de los Presupuestos de 2021, la oposición vuelve a su ser cuando se aproxima el ecuador de la legislatura. La tercera ola de contagios y muertes, los preocupantes indicadores de la economía y el empleo, y, sobre todo, la polémica sobre las vacunaciones, animan la ofensiva de los grupos opositores antes tan comprensivos.
Ya se sabe que contener la pandemia no es fácil, ahí están las oscilaciones aleatorias que se producen en otras comunidades y países, y no siempre hay argumentos sencillos que expliquen los ciclos tan cambiantes. Lo que tiene peor disculpa es cuando se falla a balón parado, cuando no se disponen los medios para la distribución ágil y correcta de los viales que llegan, muchos o pocos, con la consiguiente decepción de los ciudadanos que habían depositado su esperanza en una rápida inmunización contra el virus.
PP, Ciudadanos, Vox, todos a la vez, arremeten contra el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, y contra el presidente Revilla como responsable máximo del Ejecutivo, por el déficit de planificación inicial y por las improvisaciones e irregularidades posteriores, con la subsiguiente cadena de ceses y dimisiones. O sea, como para haber fulminado a Rodríguez en esta remodelación gubernamental, coinciden. Pero Revilla defiende con firmeza al consejero. No digamos ya el PSOE, que arropa a su 'joya de la corona' que es la sanidad, y en cuando oye el ruido opositor rescata el manual contra la 'triple derechona'. O sea, la del PP, el eterno enemigo. La de Ciudadanos, aunque haya sido tan servicial cuando se lo ha pedido Pedro Sánchez y también el Gobierno Revilla, y la de Vox, que acaba de avalar en el Congreso que Sánchez pueda manejar a su capricho los fondos europeos.
Bueno, ahí está, en el dinero de Europa, el quid de la cuestión. Revilla admite su disgusto por el fiasco inicial de la vacunación y avisa de que rodarán cabezas si se producen nuevos errores de bulto en la Consejería de Sanidad, aunque mucho se tentará la ropa antes de abrir una crisis con el PSOE cuando Sánchez en algún momento tiene que decidir la cuota de Cantabria en esta distribución de recursos.
Están en danza, por ejemplo, los millones para La Pasiega. Una idea bien concebida, aunque el relato del proyecto resulta algo cansino cuando ni la opinión pública ni la oposición constatan avances tangibles con el paso de los años. Tampoco algunos eventuales inversores, como Amazon, que ahora mira hacia Asturias. Bien, ahora habrá dos destacados impulsores del proyecto de La Pasiega: el superconsejero López Marcano -un revulsivo para el Gobierno, dice Revilla, y el término suena bastante inquietante porque es el que se aplica a los entrenadores que fichan de emergencia los equipos en descenso- y Francisco Martín, el presidente del Puerto de Santander, que ha de ser un factor esencial para el desarrollo del centro logístico.
Para renovar un poco el repertorio de objetivos, el Gobierno recupera la unidad de protones contra el cáncer que en 2019 se anunciaba como un proyecto de la iniciativa privada y que ahora se incluye entre los pendientes de asignación europea. Lo cierto es que este año 2021 en el que toca aguantar el tirón frente a la pandemia sanitaria, todavía muy vigente, y sus efectos dramáticos, el Gobierno de Cantabria se encomienda a Europa, a la lluvia de millones de los llamados Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Hay que tener mucha fe para creer, con todos los poderosos aliados a los que Sánchez debe pagar los favores recibidos, que una comunidad uniprovincial como Cantabria recibirá lo suficiente para que sirva de verdad a la recuperación económica y no haya que conformarse solo con la resiliencia.
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