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Vox ha tenido estos últimos años dos buenos portavoces, Cristóbal Palacio y Guillermo Pérez-Cosío, en el Parlamento de Cantabria y en el Ayuntamiento de ... Santander, y no es que lo digan sus partidarios, sino que lo reconocen la mayoría de sus adversarios, incluso los de la izquierda, en ambas instituciones, lo cual añade un plus de credibilidad a la evaluación. Sin embargo, ninguno de los dos repetirá como número uno en la próxima legislatura, su experiencia y visibilidad no han cotizado lo suficiente, y serán sustituidos como primeros candidatos por Leticia Díaz y Emilio del Valle.
Esas son las decisiones tomadas por la cúpula de Santiago Abascal tras un largo proceso bastante parecido a una comedia de enredo, retransmitida en directo entre el jolgorio de toda la clase política. Se dice que en Vox, más que en ningún otro partido, importa mucho la marca y poco los aspirantes, pero eso no es del todo cierto porque en Cantabria se han colocado los que más y mejores influencias han tenido en esta pugna larga e intensa.
La designación de los candidatos de la autonomía y de la capital iba a ser un trámite que la dirección nacional de Vox resolvería rápidamente, en octubre o a todo tirar a mediados de noviembre. Madrid decidía sin interferencias y Cantabria obedecía sin rechistar, ese era el plan. Pero entonces empezó la peregrinación a Madrid de los aspirantes y sus padrinos para contar en el confesionario de Abascal y su cúpula los méritos propios y las carencias ajenas. Aquí en Cantabria los dirigentes, militantes, asesores y fontaneros de Vox recibían e intercambiaban dimes y diretes, rumores y chascarrillos entre ellos y con gente de los demás partidos que saboreaban el espectáculo de las ofensivas y repliegues que se sucedían en ambos bandos sin que la batalla se resolviese definitivamente. «Los que se queden fuera se irán con Macarena Olona», ha sido la broma maliciosa más frecuentada durante este tiempo. Bueno, por fin Vox ha puesto el huevo de los dos candidatos principales.
Los criterios son etéreos y cambiantes. Hasta hace cuatro días la idea es que no se acumulasen cargos, pero eso ya no sirve. Por ejemplo, Emilio del Valle, el dirigente con más poderío de Vox Cantabria y el más valorado por la cúpula de Madrid, había asumido ya el mando orgánico del partido en la región con el cambio de la 'vieja guardia' semiinvisible que representaba el anterior presidente, Ricardo Garrudo, hacia un liderazgo político más profesional, más moderno. Pero es que además, Del Valle asume la candidatura del Ayuntamiento de Santander y sin dejar el escaño en el Congreso, un doblete que ahora Vox cree eficaz para poner a prueba en media docena de capitales.
En la candidatura autonómica, la exconsejera Leticia Díaz, muy bien considerada en el partido, adelanta por la derecha a su buen amigo, el número uno en 2019, el liberal Cristóbal Palacio, que al menos salva los muebles en el segundo puesto de la lista. El único concejal santanderino, Guillermo Pérez-Cosío, siempre ha querido dar la batalla en el Parlamento con todo el tiempo disponible para hacer política y toda la contundencia ideológica propia de Vox, pero se sabía el menos conectado con quienes cortan el bacalao de Madrid y ha quedado a la espera de un destino electoral subalterno en la lista autonómica. También el segundo diputado regional, Armando Blanco, está a la expectativa.
Así que Leticia Díaz y Emilio del Valle, dos destacados colaboradores de Ignacio Diego, ahora se instalan al frente de Vox para pelear en mayo los votos de la derecha al PP de María José Sáenz de Buruaga. Es como si la violenta guerra interna desatada en 2017 entre las dos facciones populares volviera con otro formato. Habrá que ver si la tregua es posible en el caso, difícil pero no imposible, de que los dos partidos sumen una mayoría gubernamental para desalojar al Gobierno Revilla.
Tocar poder ayuda a superar las desavenencias. En fin, elegir sólo dos personas e intentar encajar a los cinco notables mencionados en las dos candidaturas más importantes ha requerido tres meses de intrigas y escaramuzas. A continuación hay que buscar cientos de nombres para llenar las listas, con titulares y suplentes, del Parlamento y de los 40/50 municipios en los que Vox quiere competir en mayo. En 2019 el partido de Abascal logró dos escaños en la Cámara de Cantabria con su discurso en clave nacional y sin apenas presencia municipal. Ahora quiere doblar al menos su representación autonómica y multiplicar su impronta en los ayuntamientos, frente a un PP en mejor forma que entonces. Así que Vox tiene que captar un montón de gente y esta vez no puede ser muy selectivo. Más bien tendrá que recuperar la teoría de que la marca es lo importante y los candidatos secundarios e intercambiables unos con otros. Aquello que decíamos en el fútbol de los ochenta: «Quitando a Maradona, todos chinos».
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