La división motorizada de Vox volvió a desfilar por el Paseo de Pereda en el día de la Fiesta Nacional, eufórica y con aplausos desde ... las aceras, entre los sudores fríos del PP y el PSOE haciendo como que se indigna por la exhibición ultra, pero relamiéndose por la división de la derecha que apuntala al Gobierno de Pedro Sánchez. Un anticipo de la inminente moción de censura que presenta un rasgo inédito: tan feliz está el que la impulsa como el que la recibe. El partido de Santiago Abascal, porque le puede acercar al anhelo de empuñar el estandarte de la oposición en España. A las huestes de Sánchez, porque ganar la votación por goleada reforzaría su poder. Así que el PP de Pablo Casado es la única víctima potencial en el trance que se avecina en el Congreso. De la moción de censura a los ataques contra la monarquía constitucional y la independencia judicial, cuanto más arrecia la pandemia en toda España y sus devastadores efectos económicos, más tóxica y crispada se vuelve la política. Un paisaje cada vez más desolador.
Al PP, en efecto, no le llega la camisa al cuerpo ante la moción de censura contra Pedro Sánchez, que en realidad va dirigida al trasero de Pablo Casado, y ni siquiera tiene muy claro cuál es el voto menos malo para sus intereses. Su temor es que Vox, tras el debate en el Congreso de esta semana, se acerque más al objetivo de lograr el 'sorpasso' en la derecha y situar a Abascal como principal líder de la oposición ante la opinión pública. Habrá que verlo.
El PP siempre es más fuerte de lo que parece en las horas bajas, como pudo comprobar dolorosamente el Ciudadanos de Albert Rivera cuando intentó el golpe de mano.
Pablo Casado confía en que la crisis galopante se llevará por delante a Pedro Sánchez más temprano que tarde, pero no todos los militantes populares comparten la fe del líder. Inevitablemente, muchos ojos miran hacia Galicia, hacia Alberto Núñez Feijoo, capaz de machacar al PSOE y de arrasar al mismo tiempo a Vox y a Ciudadanos, por si se anima a dar el salto a la política nacional.
De momento, cuando todo el mundo señala que España es uno de los países más castigados por la pandemia y el que tiene un futuro económico más negro, resulta que el Gobierno Sánchez no acusa mucho desgaste en las encuestas y además está dedicado a blindar su poder sin pararse en barras.
Lo mismo en el asedio al feudo del PP en Madrid que en la ofensiva contra la separación de poderes con la reforma exprés del CGPJ para acaparar los nombramientos de jueces afines, una maniobra que incluso ha sido descalificada por Bruselas y que acaso comprometa los fondos del plan de reconstrucción de la UE. Por si acaso, Sánchez vuelve a intentar una difícil negociación del Poder Judicial con el PP.
El acoso más intenso a la monarquía parlamentaria corresponde a Podemos y a los partidos independentistas. Bueno, ni unos ni otros se molestan en esconder sus intenciones. Las dudas aluden más bien a la tibieza constitucional del PSOE en estos tiempos. Cuando Sánchez ningunea al Rey o le aplica una tutela humillante, cuando permite a sus peligrosos aliados de investidura la demolición del símbolo principal del modelo de Estado del 78, no está claro si se trata de simple estrategia calculada para mantenerse en el poder o terminará deslizándose, arrastrado por las malas compañías o voluntariamente, hacia el cambio de régimen.
En fin, cuesta reconocer hoy en el PSOE al partido de Felipe González y del recientemente fallecido Jaime Blanco, al partido que defendió sin fisuras la monarquía constitucional durante casi cuatro décadas. A otro socialista cántabro desaparecido, Alfredo Pérez Rubalcaba, le tocó más de una vez -las ex secretarias generales Lola Gorostiaga y Eva Díaz Tezanos lo saben bien- apaciguar las pulsiones republicanas del partido que se exacerbaban al llegar la fecha conmemorativa del 14 de abril y también en los congresos, con las Juventudes Socialistas o algún 'verso suelto' de las bases militantes como promotores de mociones que reclamaban el cambio al régimen de la bandera tricolor. «No es el momento», sosegaba Rubalcaba a los republicanos más combativos, hasta la siguiente ocasión. Pues ahora es peor momento que nunca y sin embargo la presión contra la Corona es cada vez más intensa.
En el Parlamento de Cantabria, PP y Ciudadanos han presentado sendas iniciativas en defensa de la Constitución. Más que nada para tomarle la temperatura al PSOE. Más allá de las buenas palabras en defensa de la Carta Magna y de la monarquía parlamentaria, los socialistas se quedaron solos con un voto de abstención que cuesta justificar y que desde luego no ayuda a disipar las dudas que genera el partido bajo el liderazgo de Pedro Sánchez.
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