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Hace relativamente poco, el Ayuntamiento de Santander informó sobre el proyecto de remodelación del espigón en la dársena de Molnedo, una intervención no exenta de polémica. Todo cambio supone casi siempre un cierto rechazo por el mero hecho de sentirnos más vulnerables para asumir y ... adaptarnos al nuevo entorno y, aún más, si desaparecen elementos que forman parte del patrimonio histórico de nuestra ciudad.
En el término medio está la virtud, la conversión de este espacio en un lugar de paseo y disfrute, como nos muestran en las coloridas infografías, pero no se deberían ocultar los elementos que dieron identidad a esta zona plagada de historia y que dan sentido a nuestra vida como amantes de un espigón tan emblemático como es este de Puertochico. Llegados a este punto y, no siendo un nostálgico empedernido e involucionista, creo sinceramente que tienen que convivir adecuadamente lo auténtico con lo añadido necesariamente y no plantearse como una intervención efectista, que oculta el valor histórico de este área.
Colocar una obra del artista Okuda, del cual no me considero detractor, creo que no es lo más adecuado para este lugar. El Puerto de Santander todavía conserva entre su patrimonio histórico-industrial, una pieza que, a todas luces, merece estar expuesta por ser protagonista directa del desarrollo de esta dársena y de la propia historia de nuestro puerto. Me refiero claramente a la 'Priestman número 3'. Fue y es (espero que así sea todavía), una grúa-draga movida por vapor y montada sobre una gabarra o pontona, que contribuyó a la historia de Santander y su puerto. Tuvo dos hermanas que la precedieron, que fueron compradas a la compañía inglesa Priestman Brothers LTD, en la localidad de Hull. La primera unidad se compró en el año 1883, siendo la número 3, la que se adquirió en 1886, catorce años antes que la Grúa de Piedra. Su historial de trabajo es de lo más variado y diverso. Precisamente, fue la protagonista necesaria del dragado de esta dársena.
Otro hecho muy relevante fue su participación en el rescate de los restos del Machichaco, con su hermana, la número 1, la cual desapareció en la explosión del 21 de marzo de 1894 junto a quince trabajadores del puerto, quedando nuestra protagonista dañada, pero a flote. Luego siguió trabajando incansablemente en todo tipo de labores. Bien entrados los años 70 todavía se la veía dragando en Puertochico con su humeante chimenea para deleite de niños y mayores. Si la Grúa de Piedra es un símbolo de Santander, la 'Priestman número 3' debe ser emplazada en dicho espigón como elemento indispensable de nuestro patrimonio industrial y, de esta manera, salvarla del abandono en que se encuentra tan apreciada joya.
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