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En su tercera encíclica: 'Todos hermanos' ('Fratelli Tutti'), números 154 a 162, el papa Francisco hace un discernimiento sobre el populismo. Comienza reconociendo ... que en los últimos años la expresión populismo o populista ha invadido los medios de comunicación y el lenguaje en general. Ya no es posible que alguien opine sobre cualquier tema sin que intenten clasificarlo en uno de esos dos polos, populista o no populista, a veces para desacreditarlo injustamente o para enaltecerlo en exceso. Y de entrada señala que el populismo como clave de interpretación de la realidad tiene dos debilidades: ignora la legitimidad de la noción de pueblo porque se basa en un malentendido y degrada el liderazgo popular por el inmediatismo.
El Papa distingue: Hay un populismo sano y otro insano. Es sano cuando sus líderes son capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad. Pero deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder. Otras veces busca sumar popularidad exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población. Esto se agrava cuando se convierte, con formas groseras o sutiles, en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad.
Otra expresión de la degradación de un liderazgo popular es el inmediatismo. Se responde a exigencias populares en orden a garantizarse votos o aprobación, pero sin avanzar en una tarea ardua y constante que genere a las personas los recursos para su propio desarrollo, para que puedan sostener su vida con su esfuerzo y su creatividad. Se trataría de un populismo irresponsable que otorga favores para ganarse clientela política y no promueve condiciones de trabajo. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras.
¿Cuál es lo verdaderamente popular? Lo verdaderamente popular -porque promueve el bien del pueblo- es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. El gran objetivo debería ser siempre permitirles [a los pobres] una vida digna a través del trabajo. Porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo.
Un sacerdote asturiano, Jorge Juan Fernández Sangrador, ha identificado los síntomas de la 'hybris' que se pueden aplicar a los populistas: desmesura, insolencia, intemperancia, inclinación al narcisismo, visión del mundo como escenario para el lucimiento personal, preocupación en exceso por la imagen, tendencia al mesianismo y a la exaltación, identificación de sus intereses particulares con el bien general, confianza excesiva en el propio juicio, menosprecio del consejo ajeno, creencia de que solo ha de comparecer ante el juicio superior de Dios o de la Historia, aislamiento y pérdida de contacto con la realidad, empeño en seguir una sola línea de actuación sin tener en cuenta el coste, la viabilidad o el que se sigan consecuencias no deseadas.
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