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El eclipse de Librería Estvdio en sus dos principales puntos de venta en Santander, calles Burgos y Calvo Sotelo, deja en muchos de nosotros una huella de nostalgia. Echar cuentas de las librerías donde uno disfrutó y que ya no existen. Como aquella ... alargada 'Puntal 2' de Torrelavega gestionada por Gloria Ruiz y Luis Alberto Salcines, donde uno descubría a Arthur Koestler o a Sigmund Freud. O una en Madrid en el barrio de Argüelles, cuyo nombre he olvidado y que solo vendía libros de filosofía. Estar allí media hora era hacerse idea de toda la licenciatura. Y otra cerca de Cuatro Caminos, detrás del Hospital de Cruz Roja, con un semisótano que albergaba verosímilmente todo lo que alguna vez se había publicado; seguramente más grande que la que la estirada Centrinis Knygynas ('Librería Central') en la avenida de la Libertad en Kaunas, cerca de las universidades.
Las librerías con mucho fondo nos han servido como pastoras de la oveja de nuestra curiosidad, tanto en la ficción como en otros pastos de enjundia. Los lectores más veteranos recordarán también la Hispano-Argentina, en la calle San Francisco. A veces hay librerías que son como el camuflado portal 12 de Grimmauld Place donde se ocultan Harry Potter y la Orden del Fénix: alguna vez compraste allí un buen libro, pero al volver al cabo del tiempo no ha habido manera de encontrar la tienda. Olvidó uno el conjuro. Me ocurrió en Bilbao tras adquirir 'La memoria, la historia, el olvido', de Paul Ricoeur, que si fuese más leído evitaría mucho debate ocioso sobre la memoria histórica.
Seguimos contando con la magnífica librería Gil, recién ampliada en Pombo, y en calle Burgos se ha instalado Casa del Libro, que aún desconozco (el local, no la compañía). El Corte Inglés, siempre oportuno para promocionar la lectura en quienes venían detrás y enlazaban película con libro, acaba de reconfigurar su sección y todavía no tengo opinión. Sin embargo, la vinculación de Estvdio con aquellas primeras indagaciones de mocedad es algo único para ciertas generaciones. Ahora es solo un portal encantado en la plaza de nuestros recuerdos.
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