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Los hay veteranos y jóvenes, muchos más hombres que mujeres, de la costa y del interior, de los tres grandes partidos –PRC, PP y PSOE– y unos pocos independientes. Dos tercios largos de los alcaldes de Cantabria, 69 de los 102, asumen el cargo sustentados ... por contundentes mayorías absolutas. Treinta del PRC, 27 del PP, ocho del PSOE, cuatro independientes. Ilustres regidores incombustibles como Evaristo Domínguez (Meruelo, PP) o Francisco Asón (Ribamontán al Mar, PRC), debutantes como Vicente Gómez que ha arrasado con el PP en Polaciones, el municipio natal de Revilla, o el regionalista Javier Pérez, que heredó la Alcaldía del lejano Valle de Villaverde a mitad de legislatura por el fallecimiento de Pedro Llaguno y que ahora, candidato por primera vez, se ha hecho con los siete concejales de la corporación. Y entre unos y otros, una extensa nómina de alcaldes de edades diversas que acumulan experiencia y que en general tienen recorrido por delante. Entre otros muchos, los populares Gastón Gómez (Cayón), José Manuel Igual (Arnuero), Juan José Barruetabeña (Argoños) o Javier Gómez (Potes), los socialistas Javier Incera (Colindres), Andrés Ruiz Moya (Suances) o Agustín Molleda (Cartes), los regionalistas José Antonio González Linares (San Felices de Buelna), Fernando Fernández (Valderredible), Rosa Díaz (Polanco) o Ángel Sáinz (Villacarriedo) y un puñado que concurren con siglas propias como José Carlos Lavín (Penagos) o los expopulares Enrique Bretones (Alfoz de Lloredo) y Lorenzo González (Valdáliga).
Inmunes en las urnas a los vaivenes y conflictos internos de sus partidos en España y en Cantabria, un gran contingente de alcaldes cántabros recibe un rotundo respaldo electoral, sobre todo en los municipios pequeños. Los factores esenciales son la cercanía, la confianza y la dedicación: conocen a todos los vecinos y todos los vecinos los conocen, atienden los problemas cotidianos, eluden el sectarismo, cumplen lo que prometen y no prometen lo imposible. A cambio recogen cada cuatro años una buena cosecha de votos, incluso de los electores que en los comicios legislativos o regionales optan por otras siglas. Un fenómeno parecido al de Revilla, que gana el voto autonómico en municipios de todos los colores.
El talante constructivo de los regidores a la hora de hacer política se constata también en el consenso con que funciona la Federación de Municipios de Cantabria (FMC), presidida en funciones por el primer edil de Reocín, Pablo Diestro (PRC), quien también estrena mayoría absoluta. En esta última legislatura la FMC ha abordado en un clima de unanimidad los asuntos de mayor calado como la financiación municipal o la normativa de contratación de desempleados. En medio de las turbulencias internas y la debilidad de los liderazgos regionales a lo largo de la última legislatura, las elecciones de mayo han confirmado a los alcaldes como la clase política más potente en Cantabria. Incluso los regidores que han gobernado sin mayoría han obtenido buenos resultados en las urnas, con pocas excepciones.
En estos días, en los municipios más grandes, los alcaldes en minoría han tenido que llegar a pactos, a veces con tensas negociaciones a varias bandas, con un surtido catálogo de ofertas y amenazas a través de los medios, oscuras maniobras y bastante teatro político. Al final, el regionalismo en su mejor momento ha reforzado su hegemonía municipal con el mayor número de varas de mando, con la de Torrelavega como gran hito.
El pacto PRC/PSOE, con más ventaja para los regionalistas en el Gobierno que en otras ocasiones, se ha trasladado con bastantes dificultades al terreno municipal, donde funcionan códigos propios, intereses, filias y fobias que no siempre coinciden con los de las cúpulas de los partidos, como se ha visto en Castro Urdiales, El Astillero, Reinosa, Cabuérniga…
Los socialistas logran ponerse al frente de un buen grupo de ayuntamientos importantes, pero el balance general es menos satisfactorio de lo que proclaman sus dirigentes. Dos mazazos en las dos plazas principales. La pérdida de Torrelavega sugiere un cambio de ciclo después de que el alcalde Cruz Viadero no haya podido ganar en 2015 al PP ni esta vez al PRC. También Pedro Casares tendrá que decidir si está dispuesto a un tercer intento en Santander o cierra su etapa municipal.
El PP ha resistido en el campo municipal mejor de lo que hacía prever su declive en Cantabria y en España. Ha sumado en conjunto más votos que PRC y PSOE y ha preservado buena parte de los gobiernos municipales, con mejor rendimiento de los alcaldes de siempre que de los candidatos nuevos. La continuidad de Gema Igual en el gran bastión popular de Santander es un gran alivio.
Al final, Ciudadanos se ajustó a la norma general del partido que señalaba al PP como socio preferente para ser el segundo partido del equipo de gobierno santanderino con una importante parcela de gestión y una gran visibilidad política que no hubiera obtenido como tercera fuerza de apoyo a PSOE y PRC. Sin embargo, antes y después de la hora decisiva del acuerdo, el líder local de Ciudadanos, Javier Ceruti, ha puesto mucho empeño en escenificar que obedecía muy a regañadientes las órdenes de Madrid para impedir el cambio político en Santander. En fin, no se puede quedar bien con todo el mundo.
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