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Uno. «Me voy, que tengo una clase práctica»; «lo importante es que los alumnos salgan de la universidad con una buena formación práctica». Sendos comentarios de un alumno universitario y de una autoridad académica universitaria. ¿Prácticas? La respuesta a la interrogación es fácil: la ... aplicación a los casos de la realidad de la oportuna teoría. Ergo lo importante es que los alumnos, al salir de la universidad, sepan aplicar adecuadamente la teoría a los supuestos reales. ¿Plausible, no? Pues, según y cómo. Dígase ya sin mayor demora: la universidad no está, no debe estar, para formar profesionales, esto es, peritos en la resolución de los problemas que se susciten en el ámbito o sector de referencia, sino para proporcionar una sólida formación teórica, para dotar a quienes pasan por sus aulas el debido arsenal teórico, el indispensable utillaje mental, vale decir la capacidad o aptitud para pensar, para idear las oportunas respuestas que den solución a la variopinta panoplia de casos y supuestos de la realidad; para formar las cabezas, mediante la aprehensión de las coordenadas intelectivas idóneas para ello, a fin de poder seguir aprendiendo, a fin de poder seguir incrementando el caudal de herramientas o potencias intelectuales que abran las puertas apropiados para sumergirse en la poliédrica y proteica realidad.
Dos. La objeción surge de inmediato: ¿es que acaso la formación de un -futuro- médico ha de limitarse al estudio meramente teórico de la anatomía o la fisiología, de la patología o la terapéutica, con prescindencia -total o absolutamente- de la más mínima praxis en relación a aquellas facetas; la de un -futuro- ingeniero de caminos, al estudio meramente teórico de la resistencia de los materiales, sin el menor contacto, en consecuencia, con la dimensión práctica de aquélla; la de un -futuro- abogado, al estudio meramente teórico de las diferentes disciplinas jurídicas, ajeno, pues, radicalmente, al mundo forense, al mundo de la realidad jurídica... y así sucesivamente? Ciertamente, no: la ordenación académica se estructura en clases teóricas y clases prácticas; estas últimas no son sino el instrumento para verificar la debida comprensión de los conocimientos teóricos, esto es, la verificación del adecuado y debido conocimiento de la teoría. Mas, lo que pretende realzarse es que la universidad no puede aspirar, no debe aspirar, a formar profesionales en los diferentes ramos de los saberes universitarios, de modo que, a la conclusión de sus estudios, los estudiantes universitarios hayan adquirido, plena y cumplidamente, el bagaje práctico necesario para desempeñarse como médicos, o como ingenieros de caminos o como abogados. La pericia profesional se adquiere progresivamente con el desarrollo del oportuno oficio o profesión. Una vez más: la mejor práctica es una buena teoría.
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