Precios y salarios
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Los sueldos se han quedado atrás, al menos desde la crisis de 2008, y parece justo empezar a recuperar el terreno perdidoSi la relación entre precios y salarios es siempre complicada, en momentos como el actual, se vuelve extraordinariamente compleja. En una nueva versión del dilema ... sobre el huevo o la gallina, la respuesta a la dispar evolución de precios y salarios en nuestro país y, sobre todo, a cómo debería producirse la misma, es motivo de discusiones académicas, de enfrentamientos entre patronal y sindicatos, y hasta de algaradas callejeras.
Si la mejor forma de abordar un problema es conocer los datos que lo sustentan, es evidente que los datos que cuentan aquí son que, pese a la fuerte subida del salario mínimo interprofesional y a la contención de la inflación en los últimos años, los precios han crecido más que los salarios, con el resultado, indiscutible, de que las rentas del trabajo han cedido terreno a las del capital en la distribución funcional de la renta. En estos momentos, la situación se ha complicado bastante por mor de la incertidumbre que reina por doquier (crisis de suministros), de la ralentización en el proceso de recuperación, y del aumento espectacular de los precios.
Es precisamente este último hecho el que está erosionando sobremanera la capacidad adquisitiva de los asalariados, y muy en particular la de aquellos que perciben unos ingresos mensuales más reducidos; de ahí que soliciten aumentos inmediatos de salarios, en ocasiones, como en Cádiz, incluso de forma violenta. En el extremo opuesto, los empresarios sostienen que no procede acordar subidas salariales pues la incertidumbre es muy grande, la recuperación está amenazada y el crecimiento de los precios, aunque muy sustancial, se espera que sea transitorio; si se procediera a las subidas salariales solicitadas por los trabajadores, dicen, se pondría en marcha una espiral precios-salarios que, convirtiendo una inflación transitoria en permanente, haría que las cosas fueran bastante peor para todos.
¿Quién tiene razón en este debate? Para ser sinceros, es difícil decantarse por unos u otros, pues ambas partes tienen un poco de (o mucha) razón. Puesto que los sueldos y salarios se han ido quedando atrás, al menos desde la crisis financiera de 2008, parecería de justicia que, de forma paulatina, empezaran a recuperar algo del terreno perdido; de no ser así, seguiría aumentando la pobreza, la desigualdad, el malestar social y, como he apuntado en otras ocasiones, se seguiría dando alas a los populismos. Tampoco puede dejarse de lado el razonamiento de la patronal; lo que argumentan es cierto, aunque no creo exagerar si digo que pocas veces, o ninguna, creen que el momento es propicio para aumentos salariales.
Aunque, a corto plazo, la solución a este dilema es complicada, quizás podrían empezar a ponerse los cimientos de la misma si consideráramos porqué los salarios han crecido menos que los precios. Para mí, el motivo estrella es la reducida productividad por trabajador (o por hora trabajada) de nuestra economía: subir los salarios sin subir la productividad equivale a destruir capacidad competitiva; subirlos menos que la productividad conlleva ampliar la desigualdad de rentas entre trabajo y capital, germen de muchos descontentos con repercusión negativa en la economía.
La respuesta, por lo tanto, está en aumentar la productividad y mejorar el diálogo social. Ninguna de estas dos cosas es sencilla, pero ambas son imprescindibles. Para lograr la primera habría que invertir mucho más en I+D, reducir considerablemente la temporalidad en el empleo; mejorar la capacitación de nuestro capital humano, reducir el mismatch (desajuste) en el mercado de trabajo entre habilidades disponibles y necesidades empresariales, proceder a una reforma fiscal que incentivara la inversión, etc., etc. Todo un programa de gobierno que, si sabemos aprovechar los fondos europeos (Next Generation), será más fácil de llevar a buen puerto que en ocasiones precedentes. Aun así, muy complicado.
La otra pata sobre la que sustentar una buena correlación entre precios y salarios, es el diálogo social que, en la actualidad, se encuentra bajo mínimos. Entendiendo que cada uno tiene que defender sus legítimos derechos, resulta poco comprensible (al menos según la información de prensa) la cerrazón empresarial a lograr acuerdos con los sindicatos y el gobierno en materias tan importantes como las reformas del mercado de trabajo y de las pensiones, o de aumentos salariales. Resulta sorprendente, o a mí me lo parece, que sólo después de fuertes tensiones como en el caso de Cádiz, se avengan las empresas a acordar mínimas mejoras salariales. Así, no.
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Ana del Castillo
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