Una pregunta

No es obligatorio tener siempre algo que decir, de hecho es sano no tener una opinión formada sobre todo lo que nos sobreviene. Sin embargo, ser incapaz de responder a una pregunta que te interpela directamente te coloca en un lugar incómodo. Los niños suelen ponernos en ese brete y a veces tiras de imaginación para evitar que descubran tan pronto que no eres infalible, pero cuando al otro lado está la realidad, la que no admite interpretación y te interroga desde un titular como el que ayer abría este periódico sobre delitos sexuales, te quedas con el silencio en el gaznate como si te hubieras tragado un chicle.

Que la violencia sexual siga creciendo en Cantabria nos deja como sociedad sin contestación, a pesar de los datos y los informes que explicitan cómo sucedieron estos delitos, si hubo o no penetración, si fue verbal o tocamientos. Los datos son una explicación, pero no una respuesta, son una forma de silencio con la que intentamos tapar que no sabemos cómo responder a esta perversión para frenarla.

Mientras el acceso a la pornografía de los menores siga siendo noticia, mientras la lucha por la igualdad se siga viendo como una bandera y no como una actitud, no podremos responder a la pregunta de qué tipo de sociedad tenemos con semejante Balance de Criminalidad. ¿De verdad somos tan incivilizados? Que en Castro Urdiales vayan a analizar la mierda de los perros para pillar a sus dueños me parece una irónica respuesta.