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Primero, la conmoción de lector de titulares. Cantabria, única autonomía que elevó sus emisiones de gases de efecto invernadero, entre 2008 y 2019 según el Observatorio de la Sostenibilidad. La obra del Muelle 9 de Raos, damnificada por el pleito millonario entre FCC y la ... Autoridad Portuaria. Se quiere elaborar un Plan de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+ i) para que la inversión en ciencia y tecnología llegue al 2% del Producto Interior Bruto de Cantabria, ya que según el consejero del ramo actualmente solo supone un 0,85% y está lejos del 1,24% nacional y el 2% europeo. Una magnífica gestión todo ello, incluido un Mupac que ya tiene arquitectos y prehistoriadores, pero no financieros ni, por tanto, albañiles, cristaleros ni electricistas. Como ya hay incluso maquetas en el MoMA de Nueva York de otro dibujo anterior para el Mupac, pediremos al comando de jubilados que vigile estrechamente el devenir de los solares de Puertochico.
La pregunta que a uno se le planta delante con los brazos en jarras, después de estas noticias, es la siguiente: ¿será más fácil en la actual recesión encaminarse hacia objetivos de desarrollo regional que en la época de prosperidad pre-covid no parecían factibles? Naturalmente, hay un cierto consenso en torno a los objetivos que estos titulares mencionan: reducir nuestras emisiones calefactoras al planeta, modernizar las instalaciones logísticas del Puerto, convertirnos en «región de conocimiento», sacar partido a la universalidad de nuestro patrimonio arqueológico. El problema no es si son deseables, sino si parecen obtenibles, al menos en unos plazos que no se conviertan en aquel cartel de bar del pueblo que proclamaba, con diferida generosidad, el 'Hoy no se fía, mañana sí'.
Cantabria dejó transcurrir casi toda la pasada legislatura para elaborar un plan de lucha contra el cambio climático, que resultó no solo tardío sino además corto de ambición, espeso de planteamiento y, desgraciadamente, irrelevante para la sociedad. Si se hubiera considerado prioritario (y la estadística que nos apunta con el índice como díscolos 'calentadores' sugiere que hay que tomarlo en serio), dicho plan se hubiera aprobado con mucha más rapidez, se habría convertido en una guía de transición económica y cultural, y sus encabezamientos hasta los cantarían los mirlos en los jardines. Todos presumimos de los valores naturales de nuestra tierra y de la calidad del entorno, pero estas cifras nos bajan los humos, al descubrirlos elevados. Como tampoco se ha instalado en todo este tiempo ni un solo aerogenerador, sino que se impulsará un nuevo plan energético prometiendo hacer lo que no se ha hecho (imaginamos que porque se espera con una gran fe remover las condiciones que impidieron que se hiciera algo), nuestra contribución al planeta era, ya en los años de progreso económico 2014-2019, negativa; seamos sinceros si tenemos propósito de enmendarlo. ¿Habrá ahora, en las apreturas hacendísticas y de crédito bancario, los dineros públicos y privados que faltaron para la transición ambiental?
El Puerto y todo lo que implica es uno de los motores principales de la economía cántabra. Como solía decir el desaparecido Machinero con énfasis reduccionista, «en Santander no hay más industrias que el Puerto y Valdecilla». Lo que percibimos ahora es que, en momento de crecimiento económico en que había dinamismo y se recuperaba volumen de tráficos, los proyectos de infraestructuras apenas progresaban. En Raos 9, por diferencias en principio irreconciliables entre autoridad y contratista. En el pulmón logístico de La Pasiega, porque han pasado más de tres legislaturas sin concluirse el documento de planificación que haría posible dicho espacio. (Y una vez que se acabe, se precisa de mucho dinero público para construirlo). Ha avanzado, sí, la conversión de una nave de Gamazo en sala de exposiciones para la colección Enarte de Aena, pero esta contribución cultural no va a hacer aumentar ni una tonelada el tráfico portuario. Si cierran las centrales de carbón ya no hacen falta los grandes barcos carboneros; si las fábricas de automóvil tiemblan ante virus y transiciones energéticas, también habrá menos trasiego de vehículos. Es decir, habríamos de creer en que el trienio de recuperación desde una recesión aguda conseguirá lo que, en tiempos normales de acumulación de crecimiento, no.
Y qué pensar de la anunciada, no detallada, normativa para fomentar la I+D+i. Ya el concepto de los signos de suma lo veo sobrepasado por la actualidad. Es más bien IxDxi, es decir, el producto y no la suma, puesto que una buena interacción entre sistema educativo, estructura financiera pública o privada, instituciones científicas y empresas con iniciativa lo que hace no es sumar etapas, sino multiplicar resultados en muchas direcciones. Todos los lugares innovadores, o que pasan por paradigmas de ello como Israel o Singapur, reúnen estos factores. Así que no se trata solo de una ley. Pasemos por alto que ese discretito 0,85% corresponde al ejercicio de 2018 y por tanto es auto-herencia del Gobierno cántabro (que salió de las urnas del año pasado con mayoría absoluta; las reclamaciones, al maestro armero, que lo inventó Felipe V). Lo importante es si nos parece creíble que Cantabria, partiendo de un indicador tan pobre, podría llegar a un 2% de PIB en la multiplicación virtuosa del saber, bajo condiciones de evidente tensión de las finanzas públicas (más gasto sanitario, social y educativo; menos recaudación al haber menos actividad económica), impulsoras necesarias y obligadas de estas actividades, cuya recompensa no es nunca segura en el corto plazo ni totalmente predecible, y por tanto atrae con dificultad el dinero de los particulares.
Los optimistas consideran que la necesidad de emprender programas sensacionales de recuperación 'post-bicho' permitirá que Cantabria se aproxime en su incierta convalecencia a los objetivos ecológicos, logísticos y tecnológicos que parecían asaz remotos mientras gozaba de salud. Si se inclina usted al escepticismo, recuerde que el filósofo alemán Herbart, uno de los fundadores de la pedagogía, observó que, aunque todo principiante es un escéptico, todo escéptico es solo un principiante. Claro que las cosas que siempre se quedan en sus principios tienen que hacerle a usted principiante sin remedio. Y a mí.
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