Presupuesto prudente

En contexto de necesidades crecientes por los efectos de la pandemia sobre las familias, autónomos y empresas y con el levantamiento de restricciones por parte de Europa, en términos de déficit, el presupuesto se presenta con un déficit presupuestario de 167 millones de euros equivalente al 1,20% del PIB, cuando la recomendación del Gobierno de España ha sido no superar el 2,2%, y todo los organismos (FMI, BCE, Banco España) apelan a incrementar el gasto público para combatir los efectos económicos y sociales de la pandemia, endeudándose para ello. Quizá aquí si se podría haber sido un poco más atrevido para poder incrementar el gasto y la inversión publica en cerca de 140 millones de euros sin incumplir las recomendaciones del Ministerio de Hacienda.

A pesar de ello, son los capítulos inversores los que más crecen y lo hacen con un nada despreciable aumento del 23%. De la capacidad de gestión de estas partidas, que suman 306 millones de euros, va a depender en gran medida los efectos positivos del presupuesto en la economía, pues no en vano suelen ser estas las partidas con menos nivel de ejecución al final del ejercicio.

El segundo concepto que más crece es el gasto al servicio de la deuda (amortizaciones más intereses), una cifra cercana a los 475 millones euros (tercera sección de gasto más importante después de sanidad y educación), que observa un incremento del 10,6%. No obstante, este volumen de gasto representa el 3,5% del PIB, cifra similar a la observada en el presente ejercicio, lo que refrenda la idea de prudencia en la elaboración del presupuesto. En el detalle de las propuestas me interesa resaltar, como elemento transformador, la apuesta por la ciencia y la transferencia del conocimiento. Destacar el anuncio, por el vicepresidente del Gobierno, de la Ley Integral de Conocimiento, la creación de la Agencia Cántabra de Investigación y Transferencia, así como la solicitud de un Hub de Innovación Digital Europeo. Son tres instrumentos imprescindibles y necesarios, y de los que carecíamos, para situar a la ciencia como el motor de la transformación de la economía de Cantabria. A ello hay que añadir el incremento del 150% del incipiente Plan de Regional de Transferencia de Conocimiento, así como el aumento del 14% del Programa de Apoyo a la Investigación de la Universidad de Cantabria. Por último destacar el anuncio de un nuevo y ambicioso Contrato Programa con la UC. Una apuesta por el futuro digna de subrayar.

Pese a todo lo anterior, el presupuesto es un instrumento insuficiente para encarar el enorme reto de transformar nuestra economía en la línea de lo que nos indica la UE. Ha de ser complementado con otra serie de instrumentos y de acciones.

Debemos de aprovechar bien la oportunidad que nos presenta el Fondo de Recuperación Next Generation de la UE. Es preciso seleccionar bien lo proyectos por los que apuesta Cantabria. Es imposible llegar a lo 2.600 millones anunciados por el Gobierno de la región. Por dos razones. Algunos de los proyectos no serán elegibles por no ajustarse a las líneas marcadas por la UE. En segundo lugar, por su volumen, implicaría que España debería de recibir no menos de 240.000 millones de euros, cifra muy alejada de lo asignado (140.000 millones). Se deben seleccionar los proyectos que encajan con las directrices europeas, que sirvan para transformar la economía regional, que desarrollen el territorio y que agrupen a diferentes empresas para fortalecer el tejido empresarial. Y junto a todo ello, configurar un lobby potente para que se puedan trasladar a Europa.

En Europa hay vida fuera de los Fondos covid-19. El esfuerzo que se ha realizado para elaborar proyectos debe de ser una palanca para que todos aquellos que sean posible puedan acceder a otros programas de la UE dentro del nuevo marco financiero. Hay que poner los medios para alcanzarlo.

Cantabria puede y debe de dotarse de otras vías para financiar proyectos que contribuyan al desarrollo y la transformación de nuestra economía, utilizando para ello el instrumento del ICAF. Otras comunidades lo están haciendo, como por ejemplo Valencia, a través de su Instituto de Finanzas (línea de 60 millones para grandes proyectos), o el País Vasco, que acaba de anunciar una emisión de deuda de 600 millones a través de «bonos verdes» para financiar actividades que tengan un fin social o medioambiental.

Así, por ejemplo, he citado antes las tres palancas imprescindibles en torno a la ciencia, para convertirla en el motor de la transformación económica. Las tres son necesarias pero no suficientes. Falta la palanca de la financiación para hacerlo posible. Desde mi punto de vista, Cantabria, a través del ICAF, podría levantar un Fondo de Inversión, captando recursos en los mercados, fuera del presupuesto, y en colaboración con Fondos privados, para financiar proyectos empresariales que estén basados en la ciencia, la investigación y la innovación.

El debate presupuestario es importante y hay que prestarle atención, pero también es importante lo que se puede hacer fuera del presupuesto y en lo que Cantabria tiene un enorme camino por explorar.

Si no fuera así el presupuesto serviría sólo, y no es poco, para fortalecer el bienestar, pero no es suficiente para la transformación de la economía en la que toda Europa está interesada y que el covid 19 hace más imprescindible y urgente.