Presupuestos para votar

Las Cuentas, de carácter expansivo, con marcado acento social y guiños a los votantes tradicionales de la izquierda, no son ajenas a la necesidad de paliar los efectos sobre la población de la escalada inflacionista ni a los tiempos electorales que se avecinan. Así, combinan la rebaja del crecimiento económico a un 2,1% -menos de la mitad del esperado hasta ahora- con un aumento del gasto y la inversión que da pie a un cheque de 100 euros para las madres de niños de 0 a 3 años, la prórroga de los descuentos en el transporte público y la mejora de las prestaciones por desempleo. También a una revalorización de las pensiones en torno al 8,5% -el IPC medio estimado para este año-, lo que advierte de que el control de los precios aún se hará esperar.

Sánchez se dispone a tramitar sus terceros Presupuestos de la legislatura, que dependen de los mismos socios que le han acompañado fielmente porque precisaban su continuidad. Un activo político que cobrará valor si el bloque de investidura le sirve para concurrir a las generales con posibilidades de éxito y no se convierte durante la interminable precampaña en una rémora a justificar a diario. Pero la insistencia en presentar las Cuentas como expresión de la defensa de los sectores más vulnerables frente «a los ricos» corre el riesgo de convertirse en un exceso verbal carente de significado concreto y ajeno a una sociedad más segmentada que dual. A una ciudadanía que no vota por su situación de partida, sino por las aspiraciones que alberga.