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El 2 de noviembre de 1917, el ministro de Exteriores inglés, en su 'Declaración Balfour', en realidad una carta a Walter Rothschild, manifestaba el apoyo del gobierno británico al establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y añadía: «en el bien ... entendido de que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina».
Británicos y franceses se habían repartido los restos del Imperio Otomano en el Acuerdo de 1916 entre Mark Sykes y François Georges Picot, y la Sociedad de Naciones adjudicó en 1922 al Reino Unido un mandato para administrar Palestina.
No fue posible la división del territorio tal y como lo había planteado en 1937 la Comisión Peel, designada por el Gobierno Británico para analizar las causas de los disturbios en Palestina y liderada por William Robert Peel, y ello propició que la Asamblea de Naciones Unidas votara la Resolución 181 resolviendo la partición de Palestina. El acuerdo de Naciones Unidas fue rechazado por los árabes.
A las 0 horas del 15 de mayo de 1948 abandonaba Palestina el Comisario de Gran Bretaña y solamente unas horas antes, Ben Gurion leía la proclamación del Estado de Israel con Chaim Wizman como presidente, un Estado con fronteras con Egipto, Jordania, Siria y Líbano. La salida de los británicos no había sido pacífica. Las organizaciones paramilitares judías se dedicaron a controlar el territorio asignado, mientras los árabes rechazaban la Resolución de Naciones Unidas y organizaban un Ejército Árabe de Liberación bajo el mandato del Comité Militar de Damasco.
El rechazo árabe originó la 'Nakba', la tragedia de los palestinos obligados a abandonar sus tierras o a vivir como refugiados en países vecinos, y comenzaba lo que hoy en día se conoce como «la cuestión de Oriente Medio». El mundo árabe cometió un error histórico al negar al Estado de Israel su derecho a existir.
La proclamación del Estado de Israel, cuya soberanía fue reconocida por la mayoría de la Comunidad Internacional, culminaba el plan de Theodor Herzl, fundador del sionismo político, que defendía la unión del pueblo judío en Palestina por vincularse ese territorio a sus derechos históricos. La solución al problema de los judíos era propiciar su emigración hacia un territorio en el que fundar su propio Estado que obtuviera el reconocimiento internacional y donde pudiera reconstruirse política, económica y culturalmente. Los árabes tardaron en entender el significado de la reivindicación sionista de su tierra. Hasta su muerte en 1904, Herzl fue presidente de la Organización Sionista Mundial, fundada después del Congreso Sionista de Basilea en 1897, encargada de recaudar apoyos y fondos para alcanzar su objetivo.
El 25 de enero de 1949 se celebraron elecciones en Israel a la Knéset (parlamento) en las que votaron 440.000 personas. El MAPAI, el Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel, de inspiración socialdemócrata y presidido por David Ben Gurion, obtuvo 46 escaños.
La proclamación del Estado de Israel se interpretó por el mundo árabe como un ataque a su identidad, fundamentalmente religiosa, y su estrategia ha sido negar el derecho de Israel a existir y tratar de recuperar Palestina y la identidad árabe en aquel territorio. Las estrategias de cómo gestionar la existencia de Israel no fueron compartidas de igual forma y la aparición de grupos terroristas financiados por países árabes no sirvió para aumentar sus apoyos.
El objetivo de destruir a Israel fue asumido por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), liderada por Yasser Arafat desde su fundación el año 1964. Israel aumentó su capacidad tecnológica y la fuerza operativa de su Ejército y la derrota en 1967 de la coalición árabe en la Guerra de los Seis Días, alteró las fronteras definidas por Naciones Unidas en 1947.
La respuesta de los árabes en Jartum el 1 de septiembre de 1967 fue la de no reconocer a Israel, no negociar la paz y exigir los derechos de los palestino. Israel había aceptado el alto el fuego propuesto por la ONU el 10 de junio de 1967 y en 1979 Egipto firmaría un Tratado de Paz con Israel y Jordania lo haría en 1994, un año después de los Acuerdos de Oslo. Arafat, que había firmado los Acuerdos de Oslo, tomó decisiones que debilitaron el Proceso de Paz y Arafat rechazó la oferta de Israel en la Cumbre de Camp David celebrada en 2000, pensando que si cerraba el conflicto con Israel había terminado su vida política.
Quienes nos sentimos amigos de Israel no siendo judíos, lamentamos algunas decisiones del Gobierno de Israel y deseamos una solución estable y acordada sobre el principio de paz por territorios que hiciera posible la coexistencia de dos Estados soberanos y pusiera fin a los permanentes estallidos de violencia.
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